Más árboles, menos ruido: el arbolado reduce hasta 17 decibeles la contaminación sonora en Mendoza
Un estudio de especalistas del Conicet comprobó que los árboles de parques y espacios verdes funcionan como barreras naturales del ruido ambiental. La evidencia científica aporta información clave para planificar y generar políticas de urbanismo. El diseño y la elección de especies son fundamentales para lograr mejores resultados.
El arbolado público atenúa hasta 17 decibelios el ruido urbano en Mendoza. Foto: Unidiversidad
La contaminación sonora es uno de los problemas a los que menos atención se le presta en las grandes ciudades. Sin embargo, afecta de manera directa la calidad de vida de la población. En Mendoza, un equipo de especialistas del Conicet y de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN-FRM), liderado por la investigadora Claudia Martínez, lleva más de una década estudiando cómo el arbolado urbano ayuda a mitigar el sonido del tránsito vehicular. Los resultados revelaron que los árboles de parques y espacios verdes, en particular los de desarrollo lineal y paralelos a autopistas, reducen hasta 17 decibelios (decibeles) el ruido ambiental. En este esquema, el diseño y la elección de especies son determinantes para lograr mejores resultados.
El trabajo comenzó en 2014, cuando Martínez, investigadora del Instituto de Ambiente, Hábitat y Energía (Inahe-Conicet Mendoza), decidió enfocar su línea de estudio en el biomonitoreo ambiental y la evaluación de los servicios ecosistémicos que prestan los bosques urbanos. Uno de esos servicios es la capacidad de los árboles y arbustos de actuar como barreras acústicas naturales.
La investigación fue desarrollada en conjunto con la UTN-FRM, dentro de la Maestría en Desarrollo Sustentable del Hábitat Humano. En ese marco, los especialistas María del Carmen Robles y César Boschi pusieron en marcha un proyecto para medir la eficacia de los parques en la mitigación del ruido. Desde entonces, se realizaron campañas de medición en diferentes momentos: 2014, 2018, 2020 y en los últimos años, con un procesamiento continuo de la información.

En Mendoza, un equipo del Conicet y de la Universidad Tecnológica Nacional lleva más de una década estudiando cómo el arbolado urbano puede mitigar el impacto del tránsito vehicular. Foto: Unidiversidad.
Cómo se midió el ruido en Mendoza
Los parques elegidos para el estudio fueron el parque O’Higgins, ubicado junto a la Costanera y la Ruta Nacional 40, y el parque Lineal del Acceso Este, lindero a la Ruta Nacional 7. Ambas son vías de intenso tránsito vehicular y, por lo tanto, fuentes constantes de contaminación sonora.
El equipo aplicó un protocolo de mediciones acústicas en distintos puntos de cada parque: uno cercano a la fuente de ruido (las rutas), uno intermedio y otro en la zona receptora, generalmente residencial. A la par, se realizó un relevamiento detallado de la vegetación: cantidad de árboles, arbustos, herbáceas y las especies presentes en cada sector.
“Queríamos saber si los parques se comportan como verdaderas barreras antirruido. La hipótesis era que la masa vegetal podría reducir la presión sonora y mejorar las condiciones ambientales para los vecinos”, explicó Martínez.

Los parques elegidos para el estudio fueron el parque O’Higgins y el parque Lineal del Acceso Este. Foto: Unidiversidad.
Los datos recogidos confirmaron que existe una reducción del ruido desde el punto más cercano a la fuente hasta el más lejano. Esa atenuación fue más marcada en los sectores con mayor biomasa y con una adecuada combinación de árboles y arbustos de distintas alturas.
Según la investigadora, los espacios con árboles perennes —aquellos que mantienen sus hojas durante todo el año— presentaron mejores resultados en invierno, al generar una mayor atenuación acústica. En verano, las especies caducifolias también contribuyeron gracias a su mayor desarrollo vegetativo.
Los registros preliminares —que fueron presentados en La Plata este 29 de octubre en el Congreso de la Asociación de Acústicos de Argentina (Azades 2025)— mostraron que el arbolado puede reducir unos 17 decibelios. “No alcanza a compensar los 30 decibeles de exceso que se registran en algunas zonas respecto de las normas que establece la Organización Mundial de la Salud, pero sí marca una diferencia significativa para quienes viven en áreas urbanas”, detalló Martínez.
Especialistas del Conicet comprobaron que algunos parques urbanos de Mendoza funcionan como barreras naturales frente al ruido vehicular. Foto. Unidiversidad.
Diseño + especies= beneficios
Más allá de los números, la investigación resalta un aspecto clave: no basta con plantar árboles de manera aleatoria. La selección de especies, su disposición espacial, la densidad y el tipo son fundamentales para que la vegetación actúe como una barrera acústica eficiente.
“Lo que recomendamos es un diseño paisajístico pensado, con especies adaptadas a las condiciones de Mendoza, en particular a la sequía, es decir que requieran poco riego y, al mismo tiempo, tengan capacidad de absorber ruido”, señaló la especialista.
Además de la reducción del ruido, la presencia de árboles en la ciudad ofrece múltiples beneficios ambientales y sociales. Entre ellos, regula la temperatura, la captura de dióxido de carbono; genera espacios de recreación y encuentro comunitario y contribuye a la salud mental al proporcionar áreas de relajación.
Foto Unidiversidad
Relación con municipios y políticas públicas
La investigación del Conicet no se desarrolla de manera aislada. Martínez destacó que el equipo mantiene vínculos con municipios como Capital y Godoy Cruz, con quienes existen convenios de colaboración. Un ejemplo fue el parque O’Higgins: tras las primeras mediciones en 2014, el municipio decidió remodelarlo en 2018. Los investigadores entregaron sus resultados y recomendaron conservar las áreas con mayor masa vegetal para no perder el efecto de mitigación sonora.
“La comunicación con los gobiernos locales es importante porque permite que los resultados de la investigación se traduzcan en decisiones concretas que aportan evidencia científica a las políticas de urbanismo y planificación”, agregó la especialista.
Martínez destacó que el equipo mantiene vínculos con municipios como Capital y Godoy Cruz. Foto. Unidiversidad.
Desafíos a futuro
Aunque los estudios ya ofrecen resultados alentadores, aún queda camino por recorrer. El equipo científico continúa evaluando especies forestales y su comportamiento acústico, con el fin de proponer plantas más eficientes para las condiciones de Mendoza.
“Muchas veces se espera una respuesta rápida, pero las investigaciones llevan tiempo, sobre todo cuando evaluamos seres vivos. Necesitamos comparar ciclos vegetativos completos, al menos durante tres años, y datos ambientales en distintas estaciones del año y en distintos escenarios urbanos para tener conclusiones sólidas”, remarcó Martínez.
El próximo paso será la presentación y discusión de los avances en la XLVII Reunión de Trabajo de Energías Renovables y Ambiente (ASADES 2025), donde se discutirán los resultados con la comunidad científica. A mediano plazo, la meta es integrar este conocimiento en los planes urbanos de Mendoza para que cada nuevo espacio verde sea también una herramienta favorable en la mitigación de la contaminación sonora.
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