Ortorexia: cuando una dieta "sana" se convierte en una obsesión

Hablamos con una mujer que sufrió este trastorno. Especialistas señalan que quienes tienen esta conducta pasan mucho tiempo planificando el tipo de alimentos que deben comprar, dónde y cómo los van a preparar. El rol de las redes sociales y la desinformación.

Ortorexia: cuando una dieta "sana" se convierte en una obsesión

Foto: Publicada por Télam

Sociedad

Salud

Unidiversidad

Ernesto Gutiérrez

Publicado el 11 DE ABRIL DE 2022

Julieta, una joven de 17 años que prefiere no dar su nombre real, estudiaba los últimos años de secundaria y estaba por cumplir la mayoría de edad cuando empezó a interesarse, junto a su grupo de amigas, por los llamados "alimentos sanos". Combinar esta dieta con una actividad física intensa en el gimnasio era la primera regla a cumplir.

Pasar horas en el supermercado, revisar el dorso de cada producto con el fin de averiguar si incluía una etiqueta saludable y examinar si cumplía los requisitos de cultivo sin pesticidas eran las premisas que ocupaban un hueco pequeño de su heladera familiar. "Hace más de un año que estoy libre de esta enfermedad que me afectó por dos largos años. Cuando fui diagnosticada con esto, mi vida se convirtió en un verdadero infierno. Llegó un momento en el que solo comía frutas, verduras y frutos secos", explicó Julieta a Unidiversidad.

Su obsesión comenzó a los 14 años y cada día iba a más. "No salía con nadie, ya que era incapaz de ir a tomar o comer algo que no supiera de dónde provenía. En ocasiones, me llevaba mi propio táper si cenábamos fuera. En un momento, la enfermedad fue peor, dejé de dormir. No podía parar de pensar en qué iba a comer al día siguiente. Incluso, peleaba con mi mamá por saber qué haría de comer. Mi preocupación fue escalando a tal punto que mi pelo comenzó a decolorarse, el color de mi piel era horrible y mi cara era cadavérica. El momento límite fue cuando dejé de menstruar. Allí empecé a atenderme con un psicólogo y un nutricionista", agregó Julieta.

Cuando Julieta traspasó esta frontera de la realidad, sus padres pudieron percatarse pronto de que algo le ocurría. Las comidas familiares ya no eran lo mismo y encerrarse en casa los fines de semana se convirtió en la primera sospecha de un problema al que no ponían nombre.

“Una, como mamá, busca lo mejor para sus hijos e hijas, pero, en ese afán por darles lo mejor, no nos damos cuenta del mal que les generamos sin saberlo. Me arrepiento cada día por no acudir a un especialista y entender lo que a mi hija le pasaba”, expresó muy acongojada Miriam, mamá de Julieta.

Sin embargo, lo de Julieta no era anorexia ni bulimia, como en al principio imaginó su entorno familiar. Esa obsesión, hasta ahora bastante ignorada y que ni siquiera ella conocía, se llamaba "ortorexia", término descrito por primera vez por el doctor Steven Bratman en 1997.

Este trastorno obsesivo-compulsivo que lleva al extremo la alimentación sana aún no está reconocido como trastorno de conducta alimentaria (TCA). Asimismo, dada la novedad de esta patología, aún no se conocen datos oficiales de personas afectadas por ortorexia en Argentina. Muchos especialistas lo cifran en un porcentaje bajo; sin embargo, muchos de estos expertos sitúan esta fijación como "subgénero" de la anorexia nerviosa.

Qué es la ortorexia y cómo influye

Para la psiquiatría pediátrica Yemina Marzetti, esta determinación radica en la obsesión compulsiva por la alimentación saludable y tiene consecuencias físicas, psíquicas y hasta sociales.

“Se trata de un tipo de trastorno que se asemeja a otros trastornos de la conducta alimentaria, ya que suele cursar con un patrón psicológico parecido al de la anorexia o la bulimia. Las personas que lo padecen buscan alcanzar un ideal físico a través de la restricción y el control alimentario excesivo, camuflado por la búsqueda de alimentos saludables”, detalló la especialista a este medio.

Asimismo, afirmó que, en el caso de las personas con ortorexia, la línea que separa el hábito de comer sano y la obsesión es muy difusa, ya que utilizan los hábitos de vida saludables como una justificación para su rigidez y restricción alimentaria.

“La diferencia entre comer sano y la obsesión por la comida saludable radica en la propia exigencia por seguir un tipo de dieta determinada. Esto desemboca en una obsesión por un tipo de alimentos o una forma de comerlos que limita la vida diaria. Esa obsesión conduce a la frustración y al miedo por consumir otros alimentos, ya que la persona considera que, si lo hace, todo su trabajo se verá destruido. Así, termina por atribuir consecuencias negativas y exageradas al no cumplimiento de su dieta”, describió Marzetti.

“Se trata de un tipo de trastorno que se asemeja a otros trastornos de la conducta alimentaria, puesto que suele cursar con un patrón psicológico parecido al de la anorexia o la bulimia”. Esa obsesión por consumir determinados alimentos o por prepararlos de una manera concreta acaba pasando factura al día a día de la persona con ortorexia, pues es algo que requiere mucho tiempo y esfuerzo.

“Las personas con ortorexia pasan gran parte de su tiempo informándose e investigando sobre los alimentos, su composición, aditivos, calorías, dietas, formas de cocinarlos y un sinfín de datos que encuentran en internet. Cabe mencionar que, más allá de la gran cantidad de tiempo que pasan investigando sobre ello, muchas veces la información que recopilan es errónea, ya que las fuentes que pueden encontrar no son científicas y los llevan a concepciones equivocadas sobre determinados alimentos”, sostuvo la psiquiatra.

“Cuando se habla de TCA, por ejemplo, hay una pregunta que suele surgir y que resulta esencial abordar –continuó la psicóloga–. ¿Hay personas más predispuestas que otras a padecer un TCA o cualquiera puede desarrollarlo? Todo depende de cómo fue su historia de vida, de su personalidad, autoestima, capacidad de resolución de problemas, tolerancia a la frustración, problemas familiares, si hubo eventos traumáticos, la neurobiología de la persona, entre otros factores", remarcó. De todos modos, aclaró que "no todos desarrollan TCA”.

Prevenir los TCA en un mundo de redes: ¿misión posible?

Puede parecer raro hablar de prevenir un TCA como si se hablara de patologías como la hipertensión o una condición como el sobrepeso. Sin embargo, es posible tomar algunas medidas que ayuden a las personas a evitar factores que la lleven hacia el TCA.

"Una forma de prevención es la de tomar conciencia sobre lo que se ve, qué cuentas se siguen, estar atentos a los sentimientos que nos puede generar el consumo de algunas páginas", afirmó la psiquiatra. A su vez, aconsejó hacer "limpieza" de aquello que puede resultar tóxico y nocivo para la salud mental y física. “Todas estas recomendaciones apuntan a cumplir un objetivo común: tratar de aceptar nuestras propias limitaciones, nuestro cuerpo. Entender que cada uno es como es y que no podemos ser idénticos a los demás".

Marzetti hizo una aclaración acerca de la situación de niños, niñas y adolescentes. “Cuando se trata de personas menores de edad, se debe tener conocimiento de qué aplicaciones utilizan, a qué celebridad siguen, hablar con ellos sobre la importancia del autocuidado, de cómo se sienten consigo mismos, ayudarlos a construir una autoestima equilibrada", dijo.

 

La educación como terapia

Para la nutricionista, esta obsesión viene dada por el exceso de información que encuentran en distintas redes sociales, blogs, incluso por parte de grupos de pares.

“El problema no viene porque coman sano, eso es sólo la punta de un iceberg, sino por cómo cambian sus hábitos, cómo limitan su comportamiento y el sufrimiento por tener que seguir un patrón. Comer de manera equilibrada es complicado, ya que no se nos educa desde pequeños adecuadamente para tener nociones básicas sobre nutrición. Por ese motivo, cada vez hay más personas interesadas en este tema que quieren saber cuáles son los alimentos más saludables que deberían consumir en mayor cantidad. Ningún alimento, por muy bueno que parezca, es imprescindible para tener una dieta saludable y equilibrada. Además, todos los alimentos consumidos en exceso pueden llegar a ser perjudiciales para la salud. Por eso, la educación es la mejor terapia”, explicó Arce.

“En lo que hace a la población en general, es especialmente en preadolescentes, adolescentes y adultos jóvenes donde se tiene que trabajar, sobre todo, en cómo procesan la información que se transmite en las redes y en los medios de comunicación. Es importante detectar también si esta preocupación por la alimentación está dentro de los límites saludables o si es algo un poco más profundo. En ambos casos, debemos comprometernos”, selló.

Ambas expertas consideraron que la educación alimentaria en todas las edades es primordial para evitar este tipo de trastornos de conducta alimentaria a futuro.

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