Ramón Carrillo, un presunto billete y los limites históricos para juzgar

Por su supuesta aparición en un billete, el sanitarista fue repudiado, acusado de racista e incluso de pronazi por algunos sectores. Historiadores señalaron que no hay pruebas que constaten eso. Su paso por el Estado garantizó el acceso universal a la salud.

Ramón Carrillo, un presunto billete y los limites históricos para juzgar

Foto: cuenta de Twitter del Museo Evita

Sociedad

Unidiversidad

Mariano Rivas

Publicado el 22 DE MAYO DE 2020

Mucho se dijo en los últimos días sobre la figura de Ramón Carrillo, un médico neurocirujano que fuera el primer ministro de Salud de la Nación Argentina, durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón. A partir de la circulación de la imagen de un supuesto billete de $ 5000, en los últimos días se sucedieron artículos periodísticos y expresiones de algunas figuras públicas sobre una pretendida simpatía del sanitarista por el nazismo, acompañadas de repudios por la rumoreada intención del Gobierno nacional de colocar su imagen en dicha unidad monetaria –que todavía no se materializó y que el Presidente negó que esté en planes–. Unidiversidad habló del tema con historiadores, que señalaron la total ausencia de pruebas para probar una relación del médico con el nazismo, y subrayaron su imborrable legado para la salud pública argentina.

Por todo el país pueden encontrarse hospitales que llevan su nombre, incluyendo uno en el departamento de Las Heras. Después de las consultas con estudiosos de la Historia, si tuviera que reconstruirse en una oración lo que Carrillo fue –a riesgo de caer en la simplificación excesiva– se podría decir que fue el primer sanitarista que puso todo su poder en función de la cobertura universal de la salud; que, como médico, pudo haber compartido las posiciones biologicistas que predominaban en su ciencia en la época –y que, en tal caso, deberían ponerse en contexto–, y que no hay ninguna prueba de que haya adherido a las ideas del nazismo.

 

El primer Ministerio de Salud y la democratización de la cobertura pública

“El papel de Ramón Carrillo en el desarrollo y expansión de la salud pública en la Argentina es innegable e imposible de minimizar —valoró el historiador y profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCUYO Osvaldo Gallardo—. Hay claramente un antes y un después en términos de salud en la Argentina a partir de los gobiernos peronistas de 1946-1955 y del papel de Carrillo en ellos”.

Hasta 1943, la salud pública era competencia del Departamento Nacional de Higiene del Ministerio del Interior. Ese año se creó la Dirección Nacional de Salud Pública y Asistencia Social. En 1946, durante el primer mandato constitucional de Perón, se creó la Secretaría de Salud Pública, con Carrillo como titular. Tres años después, ascendería al rango de ministerio.

Alejandro Sanfilippo, historiador y docente de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), aportó que Carrillo fue, además de un médico, un intelectual y un académico. Dio clases en la Universidad de Buenos Aires y luego decidió dedicarse a la función pública, en la que no solo se preocupó por la medicina, sino también por lo social, que plasmó en su proyecto para extender la cobertura a todas las provincias y a todos los sectores socioeconómicos.

Patricia Barrio, historiadora y profesora en la FFyL, brindó algunas cifras que explican por qué la gestión del médico santiagueño fue una bisagra para la salud pública. Bajo su gestión, entre 1946 y 1951, se construyeron más de 4000 establecimientos sanitarios de distintas complejidades, 35 grandes policlínicos entre ellos. “Esto representó la duplicación de las camas hospitalarias públicas, que pasaron de 76 300 en 1946 a 134 218 en 1954”, señaló la historiadora, y agregó que la cifra significa 7,4 camas cada 1000 habitantes; es decir, casi el doble de la relación al año 2012, en la que se contaba con 3,9 camas cada 1000 habitantes.

Por citar otras cifras que hablan por sí solas, se triplicó la cantidad de enfermeras y se duplicó la de médicos. Sanfilippo destacó que, tras su salida del gobierno nacional, distanciado de Perón, "la salud había sido declarada un derecho de rango constitucional y se había practicado de igual manera. Todos los indicadores (mortalidad infantil y expectativa de vida, entre otros) se mejoraron a niveles impensados”.

Foto: cuenta de Twitter del Museo Evita

La falacia del Carrillo nazi

El embajador del Reino Unido en Argentina, Mark Kent, tuiteó que un país no debe “conmemorar a nadie que participó” en el Holocausto, haciendo referencia, sin nombrarlo, al debate sobre Carrillo. La periodista Silvia Mercado afirmó, también vía Twitter: “No es tolerable el racismo en un médico. Hasta el autoritarismo llego, fascinación con el nacionalismo incluso. Pero racismo: definitivamente no (sic). Creo que hay que desterrar a Carrillo como símbolo positivo”. Estos son solo algunos ejemplos. También se publicaron muchas notas de opinión con afirmaciones similares en medios digitales e impresos.

La circulación de algunas citas de Carrillo en las que se lo intenta pintar como un personaje homofóbico y racista, sin justificar esas posiciones, debería también implicar el reconocimiento de que esas posturas eran las dominantes en la época, señaló Gallardo. Pretender afirmar que "participó" del régimen nazi, además, es "absurdo".

“La concepción biologicista del ser humano fue uno de los fundamentos de la ciencia y la medicina durante siglos. Movimientos por el respeto a la diversidad cultural y sexual, por ejemplo, son fenómenos relativamente recientes. Se puede mencionar como ejemplo elocuente de ello que la homosexualidad fue considerada una enfermedad mental por el 'mainstream' médico hasta 1990, hasta hace apenas 30 años. Entonces, expresiones como las que han circulado de Carrillo, ¿pueden calificarse como de homofóbicas o racistas? En mi opinión, sí, pero no puede hacérselo para demonizarlo como el ejemplo de la homofobia y el racismo por antonomasia. Cualquier juicio sobre el pasado debe tener en cuenta, se lo apruebe o no, el clima intelectual de una época”, desarrolló el historiador.

Las concepciones biologicistas, ya superadas, priorizaban a la biología sobre dimensiones como el comportamiento o la capacidad intelectual. Gallardo agregó que es importante diferenciar la adhesión al biologicismo del apoyo a atrocidades cometidas en nombre del mismo, como puede ser el genocidio perpetrado por la Alemania nazi.

Por qué se armó polémica por la figura de Ramón Carrillo en el billete de $ 5 mil

La imagen del ministro de Salud de los primeros gobiernos de Juan Domingo Perón como figura en los virtuales billetes de 5 mil pesos generó una inusitada polémica en torno al reconocido sanitarista, que incluso tiene en Mendoza un hospital nombrado en su honor.

 

Un subordinado exoficial nazi y una beca en Berlín

Una beca que Carrillo ganó en la década de 1930 le facilitó una especialización en Neuropatología que hizo en Ámsterdam, París y Berlín. “Aquí debió de observar el avance arrollador del nazismo y de su máximo líder. ¿Y por eso lo juzgamos de nazi, defensor del Holocausto? Hacer una apreciación de este nivel es prácticamente una cacería de brujas”, sostuvo Barrio.

“Carrillo tuvo como asesor a un médico y exoficial de las SS (…). Este hecho, juzgado de manera aislada, podría hacer pensar en una admiración o simpatía por el nazismo. Pero es necesario resaltar que este oficial no fue el único nazi refugiado en la Argentina y que la radicación de oficiales nazis y colaboradores fue un fenómeno global”, manifestó Gallardo. Es decir que los primeros países que buscaron alojar a exfuncionarios de Hitler fueron Estados Unidos y la URSS, y así lo hicieron.

Por otro lado, nunca se logró probar ninguna vinculación del peronismo con posiciones antisemitas. "De hecho, ha sido estudiado el ingreso, novedoso, de funcionarios de origen judío a cargos de gestión durante este período", afirmó Gallardo. 

Sanfilippo, pionero en el estudio del peronismo en Mendoza, aseguró que no hay ninguna prueba que permita afirmar que Carrillo simpatizaba con el nazismo: “Estoy seguro de que no existió, al menos como compromiso político y adhesión ‘partidaria’ o ideológica. El peronismo ha padecido esa acusación desde el principio de sus orígenes. Ahora, si alguien las tuviere, que las exponga, pero no alcanza con decir ‘me parece’; el ‘me parece’ viene después de mostrar el hecho”. “Esto no es un debate historiográfico ni sobre hombres prominentes de la Argentina, esto es una discusión política. Esto no es un debate historiográfico, este es un debate de política partidaria”, sintetizó Barrio.

Instalada ya la discusión y saldadas –dentro de lo posible– las dudas sobre el supuesto racismo, la supuesta homofobia o la supuesta adhesión al nazismo de Carrillo, queda el otro debate: ¿cuál es el límite a la hora de juzgar a una persona que no es contemporánea con los valores de la actualidad?

Gallardo opinó: “Es posible juzgar a personajes y procesos del pasado con valores o marcos de referencia que eran inexistentes en épocas pasadas, pero se trata de un ejercicio que debe rescatar la complejidad enorme del problema y evitar a toda costa la caída en simplificaciones”.

Personajes históricos de gran relevancia para la formación del Estado-nación, como Bartolomé Mitre, Domingo Sarmiento y Julio Argentino Roca, llevaron sus ideas más allá y fueron y son más homenajeados que Carrillo. Gallardo citó la invasión y destrucción de Paraguay, el sometimiento de las disidencias federales y el exterminio de las naciones indígenas, respectivamente. En ese sentido, señaló que Carrillo no fue ni criminal de guerra ni responsable del exterminio de pueblos originarios. “La discusión sobre su figura, por lo tanto, debe ser mucho más sutil y situada, y enfocarse en sus opiniones políticas, que en gran medida respondían al clima intelectual de la época”, concluyó.

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