Un ejemplar de escorpión no nativo y peligroso se expandió a tres puntos del Gran Mendoza

El estudio sobre la distribución de esta especie en la provincia y sus efectos lo lleva adelante una especialista del Conicet. Explicó que tiene un veneno neurotóxico y se adapta bien a zonas urbanas. Cómo identificarlo.

Un ejemplar de escorpión no nativo y peligroso se expandió a tres puntos del Gran Mendoza

Hallan un ejemplar de escorpión no nativo y peligroso en tres puntos claves del Gran Mendoza. Foto: Conicet

Investigación

Unidiversidad

Ernesto Gutiérrez

Publicado el 30 DE JULIO DE 2025

En Mendoza, donde el sol y la aridez parecen barreras naturales para muchas especies no nativas, un escorpión de zonas húmedas logró lo que parecía improbable: establecerse y expandirse sobre estas tierras en áreas urbanas. Se trata del Tityus trivittatus, una clase de arácnido con veneno neurotóxico, considerado de interés sanitario, que hasta hace unos años no formaba parte del ecosistema local y que ahora está en zonas pobladas del Gran Mendoza. Su presencia es una advertencia sobre el impacto del avance humano, la urbanización y el cambio climático.

Hay un primer registro de este tipo de escorpión hallado en una maderera en el sur provincial en 2024 por los biólogos Marcos Jannello y Carlos Ariel López. Hoy, la bióloga y becaria del Conicet en el Laboratorio de Entomología del Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas (Iadiza) Julieta Ledda lleva adelante su tesis doctoral en torno a un objetivo claro: estudiar cómo afecta la urbanización a las comunidades de arácnidos, incluyendo arañas, solífugos y este tipo de escorpión. Su trabajo de campo se desarrolla en un gradiente que va desde el piedemonte natural mendocino hasta zonas periurbanas y, finalmente, áreas densamente urbanizadas.

“Lo que observamos es que hay un impacto directo de la urbanización. En la ciudad hay menos individuos, menos especies y, además, un recambio en la composición. Las especies nativas no logran establecerse en el ambiente urbano”, explicó la investigadora. Es decir, al avanzar hacia la ciudad, no solo disminuye la cantidad de arácnidos, sino que también cambian las especies presentes. Muchas de las que cumplen funciones clave en los ecosistemas quedan fuera del entorno urbano, mientras que sí logran llegar a la ciudad otras más cosmopolitas que son invasoras.

Sin embargo, hay excepciones. Entre ellas se encuentra el Tityus trivittatus, escorpión que, aunque nativo de Sudamérica, no es propio de Mendoza. Según los registros del equipo del Conicet, este arácnido habría llegado mediante el transporte de leña o materiales de construcción desde otras provincias. En ciudades como Córdoba, ya ha causado picaduras graves y también es considerado de interés sanitario.

“Se cree que llegó por el transporte de madera u otros insumos y, aunque en Mendoza su presencia aún es limitada, ha logrado establecerse en ciertos puntos”, detalló la investigadora. Entre los lugares donde se detectó, están el Parque Central (en la zona de los monoblocks); el barrio Campo Pappa, en Godoy Cruz; y el Barrio Santa Ana, en Guaymallén, cerca de un aserradero. “Por el momento, estamos en el estudio de un ejemplar en el Valle de Uco, pero falta confirmar”, detalló.

Escorpión hallado por los investigadores del Conicet en el sur provincial. Foto: Conicet

Una especie peligrosa y adaptable

El Tityus trivittatus tiene un veneno neurotóxico que puede afectar el sistema nervioso y causar síntomas como contracciones musculares, temblores y agitación. En Mendoza, aún no se han registrado casos fatales. “La diferencia puede deberse a la dieta o a factores ambientales que modifican la potencia del veneno”, comentó la especialista.

Una de las características más llamativas del escorpión es su forma de reproducción: no necesita de un macho. “La hembra puede reproducirse sola, mediante partenogénesis. Esto facilita que se establezcan poblaciones rápidamente en zonas donde encuentran condiciones favorables”, explicó.

Entre las claves para su expansión urbana, están la mayor humedad, la temperatura elevada de los últimos meses y la disponibilidad de presas como cucarachas, todas condiciones que se dan más en la ciudad que en el desierto natural del piedemonte. “En el ambiente urbano encuentra todo lo que necesita. Aunque Mendoza es seca, las ciudades ofrecen microclimas que lo benefician”, agregó.

Características y diferencias entre el escorpión Tityus trivittatus (no nativo) y un escorpión nativo de Mendoza. Foto: Conicet

Cómo reconocerlo (y cuándo preocuparse)

La investigadora brindó una pauta clara para identificar si un escorpión representa un riesgo sanitario: “Los Tityus tienen pinzas largas y finas, como tijeras. En cambio, los que no son peligrosos tienen pinzas más anchas, como las manos de Popeye. Esa es una forma sencilla de diferenciarlos”.

Otra señal de alarma es el doble aguijón: el Tityus tiene una pequeña puntita pegada al aguijón principal, aunque esta característica es más difícil de observar a simple vista.

Para facilitar la identificación y fomentar la ciencia ciudadana, desde el equipo de investigación promueven el uso de la app “¿Es araña o escorpión?”, que permite subir fotos y recibir una evaluación del ejemplar. “Nos ayuda a tener más registros y a conocer otros puntos donde esta especie podría estar establecida”, indicó.

Mapa de la propagación del escorpión Tityus trivittatus en la Argentina. Foto: Conicet.

Urbanización, cambio climático y nuevos ecosistemas

Lo más llamativo del caso no es solo la presencia de un escorpión de zonas húmedas en Mendoza, sino el contexto que lo permite. Mientras especies nativas como ciertas arañas o solífugos desaparecen de las zonas urbanas, el Tityus encuentra un hábitat propicio en el cemento, las cañerías y los rincones húmedos de la ciudad.

“El cambio climático, las temperaturas más altas y las transformaciones en el paisaje urbano están favoreciendo a ciertas especies que antes no podían establecerse acá. A la vez, están desplazando a las nativas, que tienen un rol ecológico fundamental”, explicó la especialista.

En ese sentido, destacó el caso de la araña Leprolochus viraveni, una diminuta cazadora especializada en hormigas cortadoras de hojas. “Es una aliada natural para el control biológico, pero no logra sobrevivir en la ciudad, a pesar de que su presa sí está presente”, comentó.

"Conocerlo es una herramienta fundamental", expresó Julieta Ledda. Foto: Conicet

Convivir con lo desconocido (y valorarlo)

“Hay un miedo generalizado hacia los arácnidos, pero la mayoría no representan peligro alguno. De hecho, cumplen funciones clave para el equilibrio del ecosistema”, explicó la científica. Agregó que, al conservar las especies nativas, también se puede evitar la expansión de especies introducidas, como el Tityus.

A pesar del avance urbano, muchas especies cosmopolitas logran adaptarse. Otras, en cambio, no. “Hay especies introducidas que no son peligrosas, pero que igual nos muestran cómo está cambiando el ambiente”, añadió.

No se trata de alarmar, sino de conocer. “Reconocer el valor ecológico de los arácnidos, saber identificarlos y entender que el equilibrio natural se basa en la convivencia, no en la erradicación. Con más conocimiento, hay menos miedo y más herramientas para prevenir, cuidar y conservar”, concluyó la investigadora.

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