Cuando
finalmente se puso el lente donde correspondía, la realidad se impuso y se hizo
justicia. Me refiero a la aparentemente interminable discusión por la adhesión
o no en la provincia a la Ley Nacional de Discapacidad 24.901.
Lamentablemente
fue necesario que un programa televisivo de carácter nacional llegara a la
provincia y amplificara la voz de padres y madres para que los legisladores
pusieran el foco donde correspondía: el reconocimiento de derechos, más allá de
los cuestionamientos económicos. Y en la desesperación por no quedar
escrachados de una manera tan grosera a nivel nacional, surgieron alternativas
en el punto que correspondía: ¿cómo financiar los costos extras que para el
Estado y la Obra Social de Empleados Públicos significa cumplir la ley?
Es así que
la norma mendocina de adhesión contiene ítems de justicia redistributiva que
desde hace muchos años eran una deuda pendiente de los empleados públicos más
pudientes de la provincia. Y entonces la equiparación de derechos toma un
énfasis especial. A partir de la aprobación de esta ley de discapacidad, en
Mendoza los jueces, intendentes y
concejales deberán estar afiliados y aportar obligatoriamente a la obra social
que les corresponde.
Así el
porcentaje adecuado de sus cuantiosos sueldos colaborará como el de TODOS los
empleados públicos con un fondo común de cobertura de salud, sumamente
necesario.
Pero
además, la norma exige que la OSEP
afilie a cualquier persona que cumpla con los requisitos de ingreso, aun con
discapacidad, y que mantengan bajo su órbita a los hijos mayores de 21 años con
alguna discapacidad.
Si hay algo
para lo que sirvió esta discusión en Mendoza es que más allá del terror que los
políticos tienen a ser escrachados a nivel nacional, es posible poner en juego
la imaginación para resolver los problemas de una manera creativa y en
beneficio de los más vulnerables. Las respuestas rápidas y negativas, sin
hacerle frente al nudo de cada problema, no son una alternativa saludable,
menos en lo que a gestión sanitaria se refiere.
Esperemos
que no sea necesario un nuevo escrache televisivo nacional, para resolver
tantos otros problemas en materia sanitaria y educativa que aún subsisten en
nuestra provincia y donde el sentido común ha sido el que menos se ha tenido en
cuenta.