“Belgrano fue el primer dirigente social”

Diego Bellene compuso el primer Himno de la Patria Grande para una “sociedad de iguales”. Lo hizo junto al músico Héctor De Vito, ambos del departamento de San Martín. La canción tiene como hilo conductor el pensamiento y la acción de Manuel Belgrano, el patriota de la “desobediencia debida”, el artífice fundamental del primer movimiento social en la Argentina y un claro defensor de la igualdad de género.

"Belgrano fue el primer dirigente social"

Foto: Axel Lloret

Sociedad

Unidiversidad

Eva Guevara

Publicado el 28 DE MAYO DE 2013

Ni la Gaceta, que era el periódico oficial ni el El Argos, que se jactaba de tener cien ojos para ver la realidad, informaron en su edición de junio de 1820 sobre la muerte de Manuel Belgrano, uno de los más importantes Libertadores de América. El hecho tiene resonancias ideológicas que impactan en el presente. Así lo advierte Diego Bellene, empleado de la Municipalidad de San Martín con estudios por concluir en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cuyo. Diego es también impulsor del Proyecto Belgrano y co-autor del Himno a Belgrano, una creación popular que desde su arribo a Youtube, el año pasado, viene desplazando las visitas de los internautas cuya única opción hasta el momento era el himno “pirata” del Club Atlético Belgrano.  

¿En qué consiste la idea de la Fundación?

No sería precisamente imbuirse en el pensamiento de Manuel Belgrano, sino ejecutar su proyecto político que era transformar la sociedad a partir de lo que hay, atender en todo momento las desgracias de los pobres, sostener la convicción política y entender que vivimos en un escenario en conflicto. La Fundación no cuenta ni con auspicios partidarios ni con apoyo oficial, todas son personas del pueblo que la integran, con ideología, por supuesto, una ideología en favor de una sociedad de iguales.

¿Y cómo es que surgió la idea de hacerle un himno a Belgrano?

Fue en 2011, en una de esas madrugadas de mate con amigos. Hablábamos de la historia y de la política con Héctor De Vito, que es músico, y comentamos mutuamente la  historia de Manuel Belgrano que, siendo rico, murió pobre, y que pese a su importancia, tiene un himno desde 1902 pero nunca se grabó una versión, por lo que nadie lo sabe, ni nadie lo canta en ningún acto. 

¿Eso ocurrió antes del estreno de Belgrano, la película y de que la presidenta Cristina Fernández dijese que era su patriota favorito?

Justo cuando terminamos el himno nos encontramos con esos dos acontecimientos. Se me pone la carne de gallina al recordarlo. Había pasado meses estudiando la poesía española e inglesa del siglo XIX y el habla castellana de aquel tiempo histórico y, justo cuando terminamos la composición, se vinieron esos meses tan belgranianos. En definitiva, creo que eso nos ayudó, porque la obra la adoptó y la recomienda una asociación de Buenos Aires –el Instituto Belgraniano Nacional– y el 20 de junio del año pasado el Coro de Cámara de la Universidad Nacional de Cuyo, dirigido por Fernando Ballesteros, la interpretó en un concierto realizado en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas.

¿Y cómo sigue el proyecto? ¿Con qué otro impulso?

De a poco vamos sumando amigos y otra gente a la que le gustó la idea, y eso que al principio muchos nos decían: “Eso no va a andar” o: “Es una locura”. Ahora ya estamos en la lucha, en el camino de seguir sumando gente con nuestras verdades a cuesta. Sabemos que la veneración patriótica puede dar a pensar en algo aristocrático y conservador, pero no en este caso, porque cuando hablamos de Belgrano hablamos de una idea nacional y popular basada en un hombre que muere pobre, tirado, casi llegando a la lona. Un hombre cuya mayor parte de su vida la compartió con criollos e indios, o sea, con el pueblo. Un político que, si bien estuvo en Buenos Aires, no ocupó lugares neurálgicos del poder y que para el rechazo de las élites, fue el primero en organizar una movilización social como lo fue el Éxodo jujeño. O sea, fue el primer dirigente social, no de escritorio sino de territorio. El primero en ponerse el pueblo a cuestas tras convencerlo de la acción que debía realizar.

¿Cuál es el hilo conductor del himno?

Es muy simple, tiene que ver con lo que hizo y pensó Belgrano desde una mirada retrospectiva. En cada estrofa hay un mini relato: “combatió la invasión y al látigo opresor”, dice en obvia alusión a su rol durante las Invasiones Inglesas y la Revolución de Mayo. Cuando dice: “A merced de la virgen guiaste a un pueblo fiel / y en las piedras, tu valor vistió a Jujuy, verde laurel”  se condensa en mínimas palabras no solo la mayor proeza (tan poco recordada) del Exodo jujeño. Una de mis partes favoritas es cuando dice: “Al poder enfrentaste, no cediste a la traición”, seguido por “Y al partir a la gloria, nuestra patria naufragó / Y en los templos las campanas se lamentan de dolor”; eso alude a todos los reclamos que hizo Belgrano al poder del gobierno porteño debido a la penuria de los soldados, a la anarquía del año 20 que fue desoladora para todos, tanto que Buenos Aires ni siquiera advirtió la muerte de Manuel  Belgrano. 

¿Cuál es, a tu juicio, la parte del himno más emotiva? 


Sin duda la frase  “valedor de Cumbay y Tupac inca Rey”: allí está la esencia misma de por qué Belgrano propuso entregar el trono a un descendiente de los incas. Lo hizo para reparar las injusticias cometidas por los conquistadores contra los pueblos aborígenes, y porque estaba tomando partido en un conflicto social como el que derivó en el desmembramiento de Tupac. Conflicto que para los prejuiciosos de entonces –tranquilamente los que tienen el poder de los medios ahora– no era más que “una revuelta”.  

¿Se podría decir que el himno representa una nueva versión del sentir patriótico?

Más que un sentimiento patriótico, expresamos un sentimiento de igualdad. A veces, cuando era niño, no entendía por qué había niños que podían estudiar y otros que no. Ese mismo sentimiento siguió cuando registré que, de haber nacido en otro contexto social en lugar de haber tenido la formación que tuve, mi vida habría terminado como la de otros en el penal de Boulogne Sur-Mer. Entonces, es algo que va más allá de la patria, yo diría que se refiere a una América unida o a la Patria Grande, cosa de la que hablamos hoy, que vemos consolidar el Mercosur, el Unasur y los movimientos sociales.

¿Qué esperás que pase con la difusión del himno en clubes, escuelas, etc.?

Que se discuta y que se conozca, porque hay muchas cosas que aún permanecen ocultas. Cuando en el himno se dice: “La tinta de tu sangre sacra defendió / En la pluma de los justos a la libre educación”, estamos agradeciendo a quien no solo trabajó por el derecho a la educación, sino que también lo hizo por la agricultura, y en favor de un trato de respeto hacia las mujeres y niños. Por eso decimos que Belgrano es el primero en hablar de “perspectiva o igualdad de género”.

¿Qué otro aspecto tiene tanta vigencia como estos? 

Para mí, la irreverencia, la convicción política, la ética del militante. Si Manuel Belgrano viviera hoy sería un piquetero o un okupa, dicho con toda admiración y respeto. O sea, sería uno de esos que se atreven a decir sus propias verdades y se animan a experiencias sociales y políticas como las que vemos surgir hoy en Palmira, para el acceso a la tierra y vivienda. Otro aspecto es el del comercio. Tanto que se habla de inflación, del abuso de los precios, de los aumentos y de que por ahí a los comerciantes se les va la mano, resulta que Belgrano en una de sus memorias hablaba de que los comerciantes compraban a 4 para vender a 8. Explicaba además que, antes de las Invasiones Inglesas, los comerciantes habían cedido ante los ingleses porque les daba lo mismo tener una bandera inglesa o española mientras se garantizaran el comercio. Eso que pasó hace 200 años es tan actual como si fuera la tapa del diario de hoy. Habrán cambiado los escenarios y las tecnologías, pero la naturaleza de la antipatria siendo la misma, para bien o para mal. 

Hoy también tenemos una sociedad en conflicto. El “ser revolucionario”, ¿cómo lo definirías hoy?

Yo también creo en una sociedad en conflicto y los postulados de revolución son los que tendría cualquier persona sana con vocación de servicio. Ignoro si los que adherimos a la idea revolucionaria vamos a chocar con las situaciones rígidas que hubo en el pasado; de lo que sí estoy convencido es de que hoy están las condiciones para que se difunda todo, y da para avanzar más también, convencidos de que constantemente debemos cuestionar las cosas para ir mejorando. Porque si no cuestionás, perduran lo bueno y lo malo; bienvenido lo primero, pero lo segundo no nos sirve. Entonces, es el cuestionamiento permanente a las estructuras lo que hace que las estructuras se vayan renovando y acomodando a la realidad social que vivimos.

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