Claves para superar la "desesperanza aprendida" en el primer año de pandemia

El psiquiatra Benigno Gutiérrez propone desaprender esa forma de depresión. Cómo hacer para proteger la salud mental.

Claves para superar la "desesperanza aprendida" en el primer año de pandemia

Gutiérrez aseguró que se deben respetar las medidas de prevención, pero no aislarse porque los vínculos son esenciales para la salud mental de los seres humanos. Foto: ilustrativa/Télam

Sociedad

Rebrote COVID

Unidiversidad

Verónica Gordillo

Publicado el 14 DE ABRIL DE 2021

La propuesta del psiquiatra Benigno Gutiérrez parece un trabalenguas, pero está convencido de que esas palabras encierran la clave para proteger la salud mental: desaprender la desesperanza que aprendimos en el primer año de la pandemia. ¿Cómo se desaprenden esa forma de depresión, esa falta de horizontes, esa angustia, esa tristeza? Él sugiere algunas formas: implementar las cinco medidas preventivas que dieron resultado, no aislarse, vincularse con los seres queridos, poner en marcha la creatividad, tener objetivos y –sobre todo– cultivar y practicar la esperanza.

Ni bien inicia la charla con Unidiversidad, el psiquiatra advierte que no tiene la verdad, que solo expresa su opinión y que puede equivocarse, como dice que le pasa en muchas ocasiones. Luego de esa advertencia inicial, asegura que el aislamiento total no funcionó, que en un primer momento fue entendible por el desconocimiento y el desconcierto que había ante la enfermedad, pero que ahora no es un buen camino porque impide que el ser humano desarrolle su existencia, eso que va más allá de lo biológico y que incluye los afectos, la comunicación, la construcción de objetivos comunes, la expectativa de futuro.  

Frente a la realidad innegable de la existencia del virus y de la pandemia, el profesional, que integra el comité del Observatorio de Salud Pública y Problemáticas de Consumo de la Facultad de Ciencias Médica de la UNCUYO, opina que hay que respetar las cinco medidas que dieron resultado: el uso del barbijo, el distanciamiento social, el lavado de manos, la ventilación cruzada de los ambientes y que las personas disfruten del sol, que dejen que ingrese a las casas, porque es un agente antiséptico importante.

Aquí, parte de la charla que Unidiversidad mantuvo con el profesional.

 

Proteger la vida y la existencia

¿Cuál es su visión sobre el año de pandemia?

Este tema de la pandemia se puede analizar desde muchos puntos de vista. Yo voy a dar el mío; no es la última palabra ni lo definitivo, me puedo equivocar y lo hago frecuentemente. Creo que la pandemia se ha caracterizado por algunas cosas reales y otras que están en la imaginación generalizada de la gente. Lo real es que las personas llevamos un año de encierro, con un período luego de distensión, y sobre ese encierro sí podemos sacar algunas conclusiones porque es un hecho real, aparte de la existencia real del virus. No es que al virus haya que negarlo, de ninguna manera. Uno puede ver lo siguiente y es que, a diferencia de otros seres vivos, el ser humano tiene que proteger, por un lado, la vida y, por otro, la existencia, de tal manera que uno podría decir que hay virus, hay que tratar de que no sea dañino para proteger la vida, pero también hay que proteger la existencia, porque el ser humano, además de vida, tiene existencia, que es aquello que hace más allá de lo biológico, y ese más allá tiene un componente creativo y un componente de expectativa de futuro. Vale decir que el ser humano, para construir su existencia, necesita proyectarse hacia el futuro y esto, el encierro, lo ha anulado totalmente. Esto comenzó como una cosa transitoria, algo de unos pocos días, y terminó por no pasar nunca. Se alargó enormemente y el resultado desde el punto de vista psíquico fue que afectó enormemente a mucha gente al provocarle desesperanza aprendida.

¿Qué significa?

Cuando una persona o un animal de experimentación no pueden conseguir algo que es fundamental para su supervivencia, luchan y luchan por esa cosa que necesitan tanto pero no la pueden conseguir, llega un momento en que bajan los brazos, desfallecen y se entregan, entran en un período de no respuesta, que es lo que se llama desesperanza aprendida; dicho de otra manera, es un tipo de depresión provocada por esa situación. ¿Qué es lo que no puede conseguir el ser humano con esto del encierro? No puede desarrollar su existencia, no puede desplegar en la vida de relación cosas que para el ser humano son importantísimas, como los afectos o la comunicación con el resto de las personas para desarrollar sus ideas y para construir un objetivo en común. El ser humano no es una isla, no hay un ser humano que sea una isla, entonces hemos ido entrando muchos, sin querer, en eso de la desesperanza aprendida. Las personas pierden el horizonte, pierden las expectativas, van entrando en angustia, en tristeza, en depresión, en miedos.

¿Cuál es entonces, desde su punto de vista, la forma de cuidar la vida y la existencia?

Hay cinco cosas que han resultado ser útiles y está demostrado a través de la práctica y no de los componentes ideológicos: el uso del barbijo es importantísimo; la distancia social; el lavado de manos cuando hace falta, no obsesivamente; la ventilación cruzada de los ambientes, y el sol, que es importantísimo que ingrese a raudales en las viviendas y en la vida de las personas, porque es un agente antiséptico por los rayos ultravioletas y por todas las características beneficiosas que tiene. Todo es sumamente importante para conservar la vida, para protegerse del virus, pero también es importante no quedarse encerrado, no aislarse, para proteger la salud mental de las personas y proteger justamente esto que es la existencia de los seres humanos, en la que la libertad juega un papel importante, la vida de relación es absolutamente necesaria y no se puede evitar tenerla, porque el ser humano aislado se enferma.

¿Cómo se puede superar esa desesperanza?

Pienso que la ayuda fundamental son esas cinco cosas que le he mencionado, esas cinco medidas de prevención que funcionan, como para tratar de ser práctico y concreto. De todas maneras, la finalidad de esto que digo es que las personas entiendan que se pueden manejar con un criterio racional, que manejen una ayuda para consigo mismos, para sus seres queridos y para con las personas que los rodean. Solamente el pensamiento racional nos va a ayudar; el pensamiento mágico, rodeado de fantasmas y de persecuciones, nos hace un daño enorme. Por lo tanto, hagamos un esfuerzo por ser racionales, por aplicar medidas que han demostrado ser útiles. El resto hay que desecharlo y, esencialmente, no estar en un autobombardeo de cosas y de noticias contradictorias que nos desconciertan. Vincularse es importantísimo, conservar la esperanza es fundamental, practicar y cultivar esa esperanza es la base de las posibilidades. Puede parecer una cosa muy abstracta, pero creo que es algo practicable, no se aleja de las posibilidades de cada uno de los seres humanos. Hagámoslo.

 

El componente real y el de la personalidad 

¿Cuánto afectan a las personas las medidas titubeantes de los dirigentes, no solo en el país sino en el mundo?

Lamentablemente, a lo largo de este año, hemos escuchado dimes y diretes, marchas y contramarchas, y obviamente eso a las personas les afecta, hace que rechacen todo ese tipo de cosas y sean poco dispuestos a colaborar, a seguir lo que se les dice, porque en el fondo están convencidos de que les están mintiendo, lo que creo que le hace muchísimo mal a cualquier plan de tipo preventivo en la salud. En este caso, creo que le ha afectado negativamente.

Frente a las medidas de prevención, las personas reaccionan de distinta forma, a veces en los extremos: desde los que niegan la realidad hasta los que sienten un temor paralizante. ¿Estas reacciones están relacionadas con la personalidad?

Las personas han mostrado distintos tipos de comportamientos porque, aparte de la realidad del virus, obviamente que siempre está el componente de personalidad. A cada hecho objetivo, y acá entramos ya en un terreno filosófico, se le agrega siempre un condimento personal que termina construyendo lo que se llama "fenómeno". Los seres humanos nos manejamos con los fenómenos, vale decir, las cosas que aparentan ser ciertas. Esas cosas que aparentan ser ciertas tienen un gran componente de la personalidad, entonces están personalidades que aceptan, personalidades que razonan. También están personalidades que niegan, que no quieren ver la realidad como un mecanismo de negación, pero también hay personalidades en las que prepondera el deseo de sentirse más libres, de hacer lo que consideran conveniente y entienden que de ahí saldrá algo que se parece mucho más a la verdad que lo que le están diciendo. También se ha visto esto de alguna forma como una cosa cierta.

"La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendaba que a todas las personas que murieran por coronavirus había que quemarlas. Felizmente, los italianos desoyeron esas indicaciones y se dedicaron a hacer lo que científicamente hay que hacer: se pusieron a hacer autopsias y entonces descubrieron algo importantísimo para el tratamiento de la enfermedad, que es que gran parte del problema no está en el pulmón precisamente, sino en que por el coronavirus las personas tienen tendencia a la coagulación intravascular y esto era un factor muy importante para la muerte. Esta alternancia entre la sumisión, entre el reconocimiento, y el deseo de libertad y, de alguna manera, los logros que se tienen con esa libertad están siempre en la condición humana y acá también. Entonces, la realidad ha demostrado lo que sirve y lo que no sirve. Si hay algo que la realidad ha demostrado que no sirve es el encierro de las personas. Nuestro país tuvo el mayor encierro de seres humanos del mundo y eso no evitó que tuviéramos el mismo número de contagios que el resto en proporción, y el mismo número de muertes que el resto en proporción; por lo tanto, solo hay cinco cosas útiles y hay una cosa que ha demostrado ser absolutamente inútil, que es encerrar a la gente. Al comienzo uno puede decir: "Es una medida que se toma y no se sabe bien el resultado hasta que no se la pone en práctica, es correcto". Una vez que se la puso en práctica, ¿cuál fue el resultado? Que eso no sirvió para nada. Por lo tanto, volver al encierro y volver a practicar el encierro, sabiendo que no sirve para nada, teniendo la convicción de que no sirve para nada, ¿cómo se lo puede llamar? De muchas maneras: rigidez, obstinación o se lo puede llamar mala intención, cada uno verá qué nombre le quiere poner.

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