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14 DE OCTUBRE DE 2024
Más de un lustro después del 3 de junio del 2015, tres científicas del CONICET reflexionan sobre como aquellas movilizaciones fueron un punto bisagra en las luchas del movimiento feminista en la Argentina.
Adriana Serquis, Inés Moisset y Malena Nijensohn. Foto: Conicet.
Unidiversidad/ Fuente: Prensa de Conicet.
Publicado el 08 DE MARZO DE 2021
El 3 de junio del año del 2015, una convocatoria lanzada a través de las redes sociales bajo la consigna “Ni Una Menos”, como respuesta a una serie de femicidios ocurridos en el país, movilizó alrededor de 500 mil personas en diferentes localidades de la Argentina. Aquellas manifestaciones permitieron dar mayor visibilidad a reclamos que el movimiento feminista venía sosteniendo desde hacía años, y significó un parteaguas para que la agenda de los feminismos adquiriera un lugar central dentro del debate público.
En el Día Internacional de la Mujer y a pocos meses de cumplirse seis años de aquel evento que cambió la historia, tres científicas del Conicet de diferentes disciplinas -una arquitecta, una filósofa y una física especializada en ingeniería de materiales- reflexionan sobre el significado del 8 marzo, la actualidad del movimiento feminista y su experiencia como investigadoras en diversos campos del conocimiento, y apuntan a lo que todavía queda por hacer.
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El significado del 8 de marzo
Para Adriana Serquis, investigadora del Conicet y de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) en el Nodo Bariloche del Instituto de Nanociencia y Nanotecnología (UE-INN, CONICET-CNEA), el 8 de marzo representa una oportunidad para visibilizar el trabajo de las mujeres en todos los ámbitos. “En el de la ciencia y la tecnología, en particular, creo que además es la oportunidad de poder presentarnos y reconocernos como mujeres trabajadoras”, subraya la científica.
Serquis es doctora en Física y en el año 2014 obtuvo el Premio L´Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia”. Junto con otras compañeras ha conseguido que para esta fecha, en su lugar de trabajo, se realicen diversas acciones para difundir la actividad del Grupo de Mujeres Estudiantes y Trabajadoras del Centro Atómico Bariloche y Centro Tecnológico Pilcaniyeu (GMET). Actualmente, el GMET se encuentra trabajando en un protocolo de violencia de género, y en el Instituto Balseiro (donde Serquis ejerce como profesora) ha impulsado la reciente creación de la “Comisión de Género, Diversidad y Convivencia”, en el ámbito de la también flamante Secretaría de Bienestar.
“El 8 de marzo es una jornada de lucha por los derechos de las mujeres y un día de reflexión y de planteo de acciones para revertir las desigualdades existentes en el contexto de una sociedad patriarcal”, afirma Inés Moisset, investigadora del Conicet en el Instituto de la Espacialidad Humana (IEH) de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires (FADU, UBA).
De acuerdo con Moisset, doctora en Composición Arquitectónica, este 8 de marzo llega con algunos avances auspiciosos desde el punto de vista institucional, ya que fue aprobada la legalización del aborto, que formaba parte de la agenda feminista y, en el campo específico de la investigación, la ley de financiamiento en ciencia y tecnología, recientemente sancionada, contempla los temas de género, mujeres y diversidades. “También podemos mencionar la creación de la Red Federal de Géneros y Diversidades dentro del CONICET, que agrupa a cientifiques que están trabajando en estos temas”, agrega.
A seis años del primer Ni Una Menos
Para Malena Nijensohn, becaria posdoctoral del Conicet en el Instituto de Filosofía “Dr. Alejandro Korn” de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA (FFyL, UBA), lo que ocurrió en las calles de todo el país el 3 de junio de 2015 se inscribe en la historia de los movimientos feministas y socio sexuales, que tienen una larga tradición en la Argentina. Sin embargo, afirma, la magnitud de lo sucedido fue absolutamente inesperada y transformó el curso de dicha historia. “Fue algo así como un acontecimiento. La masividad de aquella convocatoria era inimaginable para una movilización feminista en ese entonces, estamos hablando de más de medio millón de personas. Era una masividad totalmente heterogénea: militantes históricxs, organizaciones, agrupaciones, gente ´independiente´y hasta famosxs”, comenta.
De acuerdo con Nijensohn, licenciada en Filosofía y doctora en Estudios de Género, “a partir de allí, y específicamente en las asambleas abiertas y democráticas a las que se convoca para los siguientes 3 junio, para el 19 de octubre de 2016, los 8M y sus Paros Nacionales e Internacionales de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans, aparece una articulación de espacios heterogéneos para conformar movilizaciones unificadas con producción de documentos consensuados y constituir lo que en algún momento se da en llamar un feminismo anti-neoliberal y popular”, relata.
“Como expresa una de las canciones de la murga uruguaya Falta y Resto, ‘Ni un paso atrás’. El movimiento ya no va a retroceder y sus consignas se han convertido en un tema insoslayable en todos los ámbitos, buscando cada vez con más fuerza la erradicación de la violencia. Son las nuevas generaciones las que han enarbolado la bandera del movimiento y que garantizan su crecimiento”, afirma Serquis con relación al punto de inflexión que significó la primera convocatoria del movimiento Ni Una Menos en 2015.
No obstante, Serquis lamenta que, pese a estos avances, los femicidios no parezcan disminuir y señala que estos son solo la punta de un iceberg en cuya base hay muchas otras formas de violencia, sobre las cuales también es necesario un trabajo de concientización. “El compromiso con la formación en todos los niveles educativos es esencial para esto”, indica.
Moisset, por su parte, asegura que el movimiento Ni Una Menos tuvo un carácter pionero y se ha convertido en una referencia a nivel mundial para el reclamo de derechos. Al igual que Serquis, considera que el problema de los femicidios es una gran deuda pendiente. “Sin dudas este movimiento ha sido importantísimo para poner el tema en la agenda de los medios de comunicación. Son problemáticas que necesitan ser resueltas con suma urgencia, porque son vidas humanas las que están en riesgo. En este sentido, todavía falta mucho por hacer”, señala.
Entre fines de 2014 y comienzos de 2015, poco antes del surgimiento del Ni Una Menos, Moisset junto a otras colegas dieron origen al colectivo Un Día| Una Arquitecta, con la propuesta de publicar en un sitio web, a lo largo de un año, 365 biografías de mujeres arquitectas. Más de un lustro después, el proyecto, que arrancó con no más de una decena de redactoras, ya lleva publicadas más de 900 biografías y cuenta con cerca de 90 redactoras y redactores.
Experiencias en el mundo científico
“Yo investigo los cruces entre feminismos y populismo. Siempre trabajé cuestiones de política y subjetividad, principalmente en autorxs como Nietzsche, Foucault y Butler. Y mi tesis de doctorado es un análisis de ese fenómeno de masificación de los feminismos que se da desde 2015 con el Ni Una Menos. Allí ofrezco algunos desarrollos desde las tesis de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe con la esperanza de contribuir a la construcción de un movimiento feminista anti-neoliberal y popular”, afirma Nijensohn.
La doctora en Estudios de Género relata que en 2019 surgió el colectivo Filo Feminista a partir de la necesidad de revisar la integración mayoritariamente cis-masculina de las comisiones evaluadoras y comités (cuya composición depende de forma exclusiva de la voluntad de la Junta Departamental). Para ello, en lugar de incorporar 50% de personas con determinadas identidades que suelen quedar en los márgenes, se propuso limitar la presencia de cis-varones a un 50% como máximo.
“Esto es muy interesante por varias razones. En primer lugar, porque se corre de la búsqueda de una ´paridad de género´ que vendría a compensar los desequilibrios históricos. Al proponer un límite de no más del 50 por ciento en el acceso de varones cis a las instancias mencionadas, se permite garantizar el acceso de otros grupos a esos espacios sin constituirse como una limitación. En segundo lugar, porque se evita reforzar la lógica binaria del tradicional cupo para mujeres. La idea del feminismo como movimiento de mujeres es altamente problemática, principalmente porque vuelve a plantear un universal (‘mujeres’) e invisibiliza las marcas de su construcción (cis, heterosexual, blanca, de sectores medios, etc.) así como a todxs lxs sujetxs que participan históricamente del movimiento pero no son nombradxs (lesbianas, travestis, trans, bisexuales, por nombrar algunxs)”, señala.
Serquis se especializa en ingeniería de materiales y trabaja en la caracterización de materiales para aplicaciones en salud y energía, mediante técnicas avanzadas. Esta es una tarea fundamental para el desarrollo de tecnologías que permitan hacer una transición hacia una nueva matriz energética. “Las ciencias de materiales son la que resuelven el rompecabezas de combinar los aspectos de ciencia básica con las aplicaciones a nivel de ingeniería”, afirma la investigadora sobre su campo de trabajo.
En el año 2014, tras ser galardonada con el Premio L´Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia”, Serquis expreso: “Es un orgullo trabajar con mayoría de mujeres en una disciplina `de hombres`”.
“Es un ámbito en el que se naturalizó que haya pocas mujeres”, manifiesta la física respecto del campo de la investigación en ciencia de materiales. La investigadora señala que, si bien algunas voces atribuyen esta situación a una simple falta de interés, todavía hay quienes insisten en señalar que las mujeres no están capacitadas para la disciplina o que no alcanzan cargos de mayor jerarquía por no esforzarse lo suficiente. “Aún aquellas personas que expresan que todes estamos igualmente capacitados no acuerdan en impulsar acciones que mejoren el balance, ignorando que con eso se está desperdiciando el potencial que podemos aportar las mujeres”, agrega.
De acuerdo con Moisset, también el campo de la arquitectura se encuentra sumamente masculinizado. “La mayoría de las direcciones de las escuelas y las facultades de arquitectura están a cargo de varones, lo mismo que los colegios profesionales y los cargos en los que se toman decisiones, como las secretarías y ministerios de hábitat y obras públicas. Hay un techo de cristal muy notorio”, comenta.
Aunque la arquitecta advierte algunos cambios en este sentido, como la adhesión de las universidades nacionales a la Ley Micaela, señala que no es suficiente porque no todos hacen el curso y hay pocos controles.
El tema de investigación de Moisset es la indagación de ciertos vacíos historiográficos en la historia de la arquitectura argentina, que han llevado a que se invisibilicen los importantes aportes que realizaron muchas mujeres arquitectas.
“En 2012 indagando sobre la Bauhaus, que es una referencia en nuestro campo de estudio, detecté que había una serie de personajes, que su mayoría eran mujeres, que eran quienes habían sistematizado y publicado el conocimiento producido por esta escuela y, sin embargo, no estaban presentes en la mayoría de los libros de historia de la arquitectura. Solo había menciones al pasar o se minimizaban sus contribuciones. Un poco más adelante, decidí profundizar en lo que había ocurrido específicamente con la historia de la arquitectura argentina y cómo habían desparecido de la misma los aportes de las arquitectas. Lo que encontré fue bastante sorprendente, porque ciertas obras que habían sido dirigidas por mujeres, que habían sido publicadas e incluso aparecido en la prensa cuando fueron inauguradas, después no eran recuperadas por los libros. Así que fue un camino, en el que me encontré con investigadoras de otros lugares del país estaban trabajando sobre estos temas a nivel local. La idea es que esto sirva para tener una historia de la arquitectura argentina más completa e inclusiva”, manifiesta Moisset.
Aunque la arquitecta reconoce que el novedoso contexto de las luchas feministas seguramente influyó a la hora de determinar su objeto de estudio, también destaca la importancia que tuvieron, en este sentido, algunas de sus profesoras en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), como Ana Falú y Liliana Rainero.
“Ellas fueron pioneras del feminismo en al ámbito de la arquitectura en Córdoba y siempre alentaron este tipo de reflexiones. Ana fue de las primeras investigadoras, sino la primera en CONICET, en trabajar sobre estos temas en el área de Hábitat. Yo entré al CONICET siguiendo el ejemplo de ella, porque no era común que entraran arquitectes en la Carrera. El año de mi ingreso, 2002, creo que entramos dos”, indica.
Mucho por hacer
Las tres científicas reconocen que, si bien han ocurrido algunos avances, todavía quedan disputas por dar y mucho por hacer en términos de la lucha por una mayor igualdad.
Para Nijensohn hay muchas cuestiones que evaluar respecto de lo ocurrido en los últimos seis años. “Es mucho lo que se ganó, sin ir más lejos hoy tenemos un Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, hay un Cupo Laboral Travesti Trans en el sector público nacional y el aborto es legal en nuestro país, una deuda que tenía nuestra democracia. Ahora bien, también habría que señalar que ha reemergido con bastante fuerza un feminismo mujeril, cisexista y biologicista, un feminismo punitivista, por nombrar algunos desenvolvimientos problemáticos del movimiento. Y también, hay que decirlo, cierta discursividad neoliberal que habla ahora la lengua feminista, en los términos de un auto-empoderamiento individualista. Así que lo que tenemos son disputas políticas, también sobre lo que dice el nombre ‘feminista’”, señala.
“Creo que en muchos ámbitos todavía es una desventaja ser mujer o parte de las minorías que comprenden a todas las diversidades y hay que hacer algo para cambiarlo. La propuesta empieza por reconocerlo, darlo a conocer, reconocer los logros y avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria, invitando a todes para que se sumen a la tarea. Agradezco a mis compañeras por la posibilidad de seguir aprendiendo, en particular a “Las Curie” (Trabajadoras de Ciencia y Tecnología), que agrupan mujeres del todo el país”, afirma Serquis.
“El año de la pandemia ha sido muy difícil y muy duro, ha perjudicado especialmente a las mujeres, porque en su mayoría son las que se encargan de las tareas de cuidado y del hogar. Todavía falta una gran toma de conciencia para que eso pueda cambiar. Son todos desafíos que nos quedan para meditar, especialmente en este 8 de marzo y este mes, pero también, como decimos en Un Día Una| Una Arquitecta, para luchar y accionar todos los días del año”, concluye Moisset.
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