Diario de un infectólogo: las lecciones aprendidas en el primer año de pandemia

El profesor de la UNCUYO Juan Manuel Orlando explicó que aprendieron mucho sobre la enfermedad, pero que aún falta mucho por saber. Tratamientos, vacunas y medidas de prevención.

Diario de un infectólogo: las lecciones aprendidas en el primer año de pandemia

El infectólogo dijo que las vacunas son seguras y eficaces, sin importar su nombre. Foto: Unidiversidad

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Verónica Gordillo

Publicado el 23 DE MARZO DE 2021

De no saber casi nada a saber solo algunas cosas: así resumió su vivencia sobre el primer año de pandemia el infectólogo y profesor de la UNCUYO Juan Manuel Orlando. Entre las lecciones aprendidas, que serán clave ante un posible incremento de contagios, incluyó las formas de autocuidado de los y las profesionales de la salud, ciertos aspectos sobre la evolución de la enfermedad, medicamentos para tratar a pacientes y, sobre todo, que las vacunas y el respeto por las medidas de prevención son las únicas herramientas eficaces para controlar la crisis mundial, cuya primera alarma se encendió en diciembre de 2019.

Orlando, que se desempeña en el área de Infectología de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCUYO, contó a Unidiversidad que durante este año dijo muchas veces “no sé” y que lo seguirá diciendo, simplemente porque hay innumerables aspectos de la enfermedad, del comportamiento del virus, que aún son un misterio. Pese a esto, recalcó que aprendieron algunas lecciones, sobre todo si recuerda el día en que se enfrentó al primer paciente y no sabía cómo actuar.

El infectólogo subrayó que las vacunas son la gran esperanza para controlar la crisis mundial y las calificó como seguras y eficaces, sin importar el nombre que tengan.

A continuación, parte de la charla que el profesional mantuvo con Unidiversidad.

 

Lecciones en pandemia

En los primeros meses de la pandemia, ¿qué sabían de la enfermedad?

Inicialmente, no sabíamos casi nada. Conocíamos el virus, pero no sabíamos cuál era el comportamiento. En un principio, se localizó en un lugar, luego se empezó a expandir y vimos que tenía un comportamiento pandémico.

¿Cuáles fueron las sensaciones en ese primer momento?

Al principio, no sabíamos cómo iba a ser el comportamiento de este tipo de situaciones, porque las pandemias son difíciles de predecir. Países como España, Italia,e Inglaterra empezaron a tener casos y se murieron muchas personas. Eso nos empezó a preparar para ver qué íbamos a hacer acá y fue una mezcla entre medidas políticas y sanitarias. Pasaron muchos meses de organización y de estrés por cuándo iba a llegar el primer caso. Luego empezamos a ver que si se respetaban las medidas, que son el aislamiento, el lavado de manos y el uso de barbijo, eso iba a disminuir en forma notoria el contagio, que es lo que ocurre actualmente, y a eso se le agrega la vacuna. Pero la enfermedad, no sabíamos cómo tratarla.

¿Cómo fue ese proceso?

Se empezó a tratar con un grupo de antivirales que tienen acción sobre el VIH, después vieron que no tenían acción o generaban mayor morbimortalidad por efectos cardiovasculares. Luego se utilizaron drogas con las que se tratan enfermedades autoinmunes, hasta que vimos que tampoco tenían acción y sí efectos colaterales. Después se empezaron a ver algunos antivirales, pero no terminaban de resolver el tema, la gente se seguía muriendo. Luego se vio que una droga que se llama dexametasona, que se conoce desde hace muchos años y es un corticoide, era la única que disminuía la mortalidad si se usaba adecuadamente, es decir, disminuía el traspaso a formas graves del coronavirus.

¿Esa es la droga que usan actualmente para tratar a pacientes?

Sí, se usa para casos de internados que declinan la función respiratoria; en ese momento se agrega el corticoide más la oxigenoterapia, más la observación. La evidencia dice que la consulta temprana, el uso del oxígeno adecuado y la dexametasona son las pautas para el tratamiento de COVID-19. A pesar de eso, el virus tiene un comportamiento agresivo en algunas personas que se considerarían de grupos de riesgo, como las más grandes, las personas con obesidad y con diabetes. Se empezó a ver que este grupo tenía peor pronóstico, aun tratándolo con esta droga y consultando tempranamente.

¿Aún hoy se sigue usando esta droga?

Sí, y hay múltiples ensayos con múltiples drogas antivirales, pero todavía no hay una eficacia demostrada de otras comparándolas con esta, que es un antiinflamatorio. Se usa porque este virus, entre los días 7, 8 y 12, básicamente tiene una respuesta inflamatoria, es decir que el cuerpo reacciona con esta inflamación exagerada, y una de las acciones que tiene el corticoide es actuar en ese momento. Se coloca cuando el paciente lo requiere, porque no todos lo requieren y no es una droga estándar para usarla indiscriminadamente, también tiene sus efectos colaterales

 

Decir "No sé" 

¿Qué lección le queda a usted como profesional de la salud, sobre todo de estos primeros meses?

La experiencia fue rara, inicialmente desagradable, porque uno no sabía a qué se enfrentaba, no sabía cómo hacerlo, surgían situaciones donde uno internaba a un paciente que no tenía síntomas, después hacía fiebre, alteraba su función respiratoria y resultaba COVID-19 positivo, y ya había comprometido a muchos compañeros. Eso fue uno de los problemas que no nos hizo pasarla bien, muchas situaciones desde el desconocimiento. No sabíamos, no sabemos actualmente muchas cosas de la COVID-19, no sabíamos cómo ingresaba, cómo debutaba, cómo se presentaba. Actualmente, me pasa lo mismo, pero menos.

¿Fue difícil decir "No sé" frente a las preguntas de pacientes?

Sí. Es más, hoy sigo diciendo "No sé" a muchas cosas. Es difícil porque acá no es médico/paciente, sino que es el médico y la sociedad, el médico y los grupos. Acá no impacta en una persona en sí, sino en una situación sanitaria que se desbordó y que generó mucha mortalidad no esperada. Entonces decíamos "No sé", lo seguimos diciendo frente a muchas cosas, porque uno se basa en la evidencia científica, en lo que está escrito y publicado.

 

Las mutaciones del virus

¿Puede explicar por qué el virus muta?

Esto es normal en todos los virus, no es específico de la COVID-19. Cualquier virus tiene la propiedad de mutar, porque cuando se enfrenta al medio ambiente y es rechazado por los distintos sistemas, por medicaciones, el virus siempre va mutando sus propiedades genéticas. Por ejemplo, el virus de la gripe va mutando, por eso es que año a año tenemos distintas formulaciones de la vacuna de la gripe respecto de lo ocurre en el hemisferio Norte.  

¿Tiene alguna característica distintiva la mutación este virus?

Al principio no sabíamos, pero después vimos que este virus tiene algo distintivo y es que tiene mayor afectación a nivel respiratorio. Esto es porque el virus tiene un receptor donde se introduce la proteína principal, que se llama AC2, que es el que genera el daño y la respuesta inflamatoria. Tiene esta propiedad y, una vez que infecta, uno no sabe cuál va a ser el comportamiento en las personas: en unos, leves, en otros, en forma moderada, y en otros debuta como crítico.

Hay personas que no formaban parte del grupo de riesgo, y sin embargo, se enfermaron gravemente y hasta murieron…

Hemos visto esto en personas jóvenes, delgadas, que han tenido muy mala evolución. Por otro lado, hemos visto personas grandes, de 80 u 85 años, que han tenido formas leves, es decir que ser grande no es sinónimo de que te va a ir mal. Por eso, hay que cuidarse, porque la transmisión a través del contacto existe, todo lo que tocamos o tocan otros, si después no hay un excelente lavado de manos o con alcohol en gel, no se elimina.

 

Secuelas físicas y mentales

¿Saben cuáles son las secuelas en quienes ya cursaron la enfermedad?

Sabemos muy poquito. Sabemos que tiene complicaciones vasculares, porque afecta el vaso sanguíneo, entonces muchos de los pacientes tienen eventos embólicos a nivel del pulmón, con una enfermedad que se llama "tromboembolismo de pulmón"; sabemos que aumentan los riesgos de cardiopatía, accidentes cerebrovasculares, enfermedades neurológicas asociadas, insuficiencia renal, eso sí se sabe del virus. Y de los que no son tan graves, los pacientes post COVID-19 tienen algunas secuelas que son respiratorias, quedan con una sensación de dificultad respiratoria un tiempo largo luego de la enfermedad y otros quedan con alguna eventualidad cardiovascular, que merece el control con especialistas en enfermedades respiratorias y con especialistas en cardiología.

¿Y respecto de la salud mental?

No soy especialista en la temática, pero obviamente esto ha generado un estrés agregado a la actividad que uno hace en la vida diaria. El hecho de no tener la libertad para juntarse, moverse, estar, desde el punto de vista social, cultural, obviamente afecta a la población en general.

La niñez es un grupo que no fue especialmente afectado por la pandemia. ¿Cuál es la razón?

Los niños tienen menor número de receptores en el pulmón, entonces probablemente el virus no ingresa, o si ingresa, no tiene la propiedad para adherirse a estos receptores; por tanto, no se enferma. Me refiero al más chiquito, al de escuela primaria. Después, cuando ya es adolescente y más grande, sí aumenta la probabilidad de la trasmisión y se ha visto también que son vectores. Como su inmunidad es perfecta, hacen formas leves, pero sí transmiten. Ese es otro puntal para observar y educar, educar.

En estos meses se publicaron cientos de “recetas” para mejorar el sistema inmunitario. ¿Hay algo que mejore su eficacia?

No existe nada. En realidad, es respetar las pautas de siempre: comer bien, respetar las cuatro comidas, hacer vida saludable, es decir no beber alcohol, no al tabaquismo, dormir bien, y nuestra inmunidad va a estar acorde a nuestra edad. No hay cosas que se diga: "Con esto va a mejorar su inmunidad", solo vivir una vida sana.

 

Vacunas, seguras y eficaces

¿Cuál es su opinión sobre las vacunas, que se hicieron en tiempo récord debido a la emergencia?

En general, estábamos acostumbrados a que el diseño de vacunas pasara por distintas fases que duraban años. Ahora, la industria y la tecnología lograron que se diseñaran vacunas en todo el mundo que tienen un grado de eficacia y seguridad altos. Le diría que las vacunas que han salido al mercado tienen muy buenas propiedades en esos dos aspectos, que son la eficacia y seguridad. Entonces, se llame como se llame la vacuna, va a prevenir las formas graves y la morbimortalidad de la población.

¿La vacuna evita que la gente se enferme o que curse la enfermedad de forma grave?

La vacuna no evita la infección, evita las formas graves de la infección. Hay muchos trabajos que muestran que la gente se enferma menos, y cuando se enferma, lo hace de forma más leve, por lo que evita la mortalidad asociada. De todas formas, hay que seguir cuidándose, porque hay una falsa sensación de que estoy protegido porque estoy vacunado. Hay que seguir respetando las medidas de cuidado universales, las que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), y que son el lavado de manos, el distanciamiento y el uso del barbijo.

¿La vacuna está contraindicada para algún grupo?

Eso depende de cada vacuna. Inicialmente, se utiliza para la población en general, adulta de más de 18 años y hasta 60, aunque sabemos que hay vacunas que están autorizadas en adultos mayores de 60 años. Lo que se hace es testear grupos de riesgo, por ejemplo, personas inmunocomprometidas, diabéticas, con insuficiencia renal, con enfermedades crónicas respiratorias, reumatológicas, y después se testea en VIH. Entonces, no podemos decir universalmente: "¡Todo el mundo a vacunarse!", no porque la vacuna genere un daño, sino que a veces, cuando uno tiene una inmunidad disminuida previamente por alguna de las patologías que hemos nombrado, la respuesta de la vacuna para evitar la adquisición de la COVID-19 es menor. No es que tengan contraindicación porque les vaya a hacer mal la vacuna, sino que tienen una limitación por la respuesta disminuida ante un evento de coronavirus. Eso es lo que aún no se sabe en algunos grupos de riesgo, por eso uno no puede vacunar universalmente a todo el mundo.

 

El sostén del sistema público

¿Cuál es su evaluación de las medidas que se tomaron, esta combinación de respuesta sanitaria, con restricciones?

Creo que se empezó a perder efectividad a medida que fueron pasando los meses, porque en marzo, abril, mayo y junio no hubo prácticamente casos en Mendoza, pero en julio explotó. Decir qué se hizo mal o bien con el diario del lunes sería un poco irresponsable. Creo que hubo una mezcla de situaciones: el gobierno hizo lo que pudo, con muchas presiones de todo tipo, principalmente económicas, con mucha gente que no tenía trabajo, pero hubo también algo de suerte, no sé si esa palabra puede ser utilizada en este contexto, no hubo esta ocupación terrible de ver pacientes en pasillos.

¿Cuál es la importancia de que, en este tipo de situaciones pandémicas, exista un sistema público de salud, más allá de la situación disímil en la que se encuentra?

El sostén, por lo menos en nuestro país, es esencial. El sostén de los hospitales públicos en Mendoza fue esencial, todo el sistema sanitario trabajó mucho y tuvimos la eventualidad de que muchos de mis compañeros se enfermaron, lo que trae aparejadas muchas complicaciones, pero creo que a nivel sanitario se trabajó incansablemente. Todos, pero especialmente los intensivistas, tuvieron un año complicado y los hospitales públicos respondieron de manera impresionante, aumentando el número de camas, de médicos, porque empezamos a ver que esto iba explotando, y empezaron a multiplicarse las camas de terapia intensiva de los dos hospitales de Mendoza. Creo que hubo una respuesta adecuada en nuestra provincia porque el compromiso de mis compañeros fue excepcional. Creo que fue estratégico, que fue una respuesta sanitaria muy buena, muy valiosa, aunque, obviamente, generó mucho desgaste.

 

De olas y medidas

Especialistas e incluso desde el Gobierno esperan un incremento de contagios, teniendo en cuenta lo que pasa en Europa y en países limítrofes. ¿Cuál es su visión?

Es difícil. El comportamiento en Europa ha sido bastante complicado. Uno ve lo que ha pasado allá, las medidas, también depende mucho del comportamiento humano, porque sí se demostró que, si uno mantiene las medidas de prevención, no va a adquirir la COVID-19, pero la gente está cansada, además de que hay una situación en lo económico, en lo social. Deseo que todo el mundo esté vacunado lo antes posible porque esa es la única forma de poder volver un poco a la normalidad que teníamos previamente. Hablan de olas, segunda, tercera, son comentarios no técnicos, pero sí se ve que cuando bajan las medidas de prevención, aumenta el número de contagios. El tema es que, cuando aumenta el número de enfermos, aumenta el número de amas ocupadas en los hospitales y el número de ocupación en terapia intensiva, y eso hay que tratar de evitarlo. No sé qué pasará, pero vemos que la población en general no respeta el distanciamiento, se sigue juntando. Es difícil predecir lo que va a pasar, pero estimo que va a empezar a aumentar el número de casos.

¿Tiene alguna incidencia la baja temperatura?

Lo de las temperaturas es discutible. En verano el número de casos bajó, pero no lo que uno esperaba, porque en los últimos dos meses en Argentina siempre hubo 7000, 8000, 9000 casos, eso no es cero, y lo mismo con la mortalidad, que nunca bajó de 110, 130 personas, aunque no me gusta hablar de esto como un número. En Mendoza ocurrió algo parecido: los casos disminuyeron considerablemente con respecto a los meses del invierno, pero nunca han bajado a casi nada, entonces es difícil predecir lo que va a ocurrir.

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