“En el INTA la gente trabaja y tenemos resultados para ofrecer a la sociedad”

Así lo aseguró el director de la regional INTA Mendoza-San Juan, Claudio Galmarini. Pese a los proyectos de recortes, por ahora solo se concretó una modificación en la dirección del organismo. El trabajo del Instituto está en el vino, en la organización de familias campesinas, en ese contenedor de semillas que viaja a Europa y hasta en la sopa.

"En el INTA la gente trabaja y tenemos resultados para ofrecer a la sociedad"

Claudio Galmarini, director de la Regional Mendoza-San Juan del INTA. Foto: Unidiversidad

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Verónica Gordillo

Publicado el 14 DE MAYO DE 2025

En el sabor de esa sopa hecha con zapallo deshidratado, en ese vino que está en la mesa y en el que se exporta está el INTA. También está en medio de esas familias campesinas que venden alimentos frescos en la feria, en esa cooperativa dedicada a la cría de ganado, en la tecnología que permite eficientizar el riego, en la nueva variedad de ajo, en ese contenedor que traslada semillas a Europa y en la decisión de esa empresa que ahora sabe dónde cultivar su producto para ganar un nicho de mercado. En todo eso está el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) o, mejor dicho, sus trabajadores y trabajadoras. Por eso, frente a los rumores y proyectos de recortes, el director de la Regional Mendoza-San Juan, Claudio Galmarini, dijo que cualquier reducción presupuestaria los afectaría, pero que le preocupa mucho más un recorte de personal porque dificultaría la posibilidad de brindar propuestas de solución a los problemas y desafíos del sector productivo. O, lo que es lo mismo, de estar presente en todos esos lugares donde está el INTA.

Galmarini recibió a Unidiversidad en el predio de la Estación Experiencial del INTA en Luján de Cuyo, una especie de enorme laboratorio. Una parte está al aire libre, en las plantaciones de vides, de frutales, de hortalizas; la otra, puertas adentro, con microscopios, reactivos y pipetas. Ambos laboratorios forman un círculo perfecto que permite hacer ciencia básica y transferirla al sector productivo.

Ahí —en ese círculo virtuoso— está la fortaleza de la institución, hoy en el centro de la escena debido a los rumores de fusión con otros organismos y a proyectos del Ejecutivo nacional de reestructurarla. Galmarini explicó que, por ahora, no hay cambios sustanciales, pero dejó en claro que no es ingenuo, que sabe que los proyectos existen.

El profesor de la cátedra de Horticultura en la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCUYO e investigador principal de Conicet conoce a fondo la institución. Está a punto de cumplir 36 años de labor, desde que ingresó a la estación ubicada en La Consulta, donde se enfocó en el mejoramiento genético vegetal. Es desde ese conocimiento profundo desde donde defiende la tarea de este organismo, próximo a cumplir 70 años de existencia.

Hay algo que le duele a Galmarini: que se menosprecie la actividad científica y técnica y a los varones y mujeres que la realizan. “Yo no veo un ambiente de defensa de la sociedad hacia el sector de ciencia y técnica, creo que se ha perdido esa visión y que es necesario recuperarla. Seguro que hay muchas cosas que podemos mejorar, que hay ejemplos virtuosos y otros que no lo son tanto, pero no existe desarrollo posible en ningún país del mundo si no hay un sector científico y tecnológico que aporte a ese desarrollo. La ciencia y la tecnología son una inversión, no un gasto, y ese es un concepto que creo que hay que comunicar más”, subrayó.

"No existe desarrollo posible en ningún país del mundo si no hay un sector científico y tecnológico que aporte a ese desarrollo", dijo Galmarini. Foto: Unidiversidad

Radiografía de la regional

La Regional Mendoza-San Juan tiene cinco experimentales ubicadas en Luján de Cuyo, Junín, La Consulta (San Carlos), Rama Caída (San Rafael) y Pocitos (San Juan). Además, cada departamento de la provincia tiene una delegación del organismo.

En el lugar trabajan 398 personas, la mayoría —310— en Mendoza. El perfil es diverso, ya que incluye a profesionales de la agronomía, la biología, la veterinaria, la sociología y la economía, más del 50 % tiene maestrías, y el 30 %, doctorados. A ese grupo se suman el personal de apoyo, que recorre el territorio, y becarios y becarias que están formándose.

La regional cuenta con un presupuesto de 700 millones de pesos, proveniente de las arcas nacionales (reconducido desde 2023), destinado a pagar los gastos de funcionamiento y los proyectos, ya que los sueldos no están incluidos en ese monto, sino que van por otro carril. Además, el 40 % del dinero que se destina a la realización de distintas líneas de acción proviene de la firma de convenios con empresas, con asociaciones y con gobiernos, tanto provinciales como municipales.

En la estación de Luján de Cuyo hay un verdadero laboratorio a cielo abierto. Foto: Unidiversidad

Las decisiones en el INTA las toma el Consejo Directivo Nacional, integrado por tres representantes del gobierno, cuatro por las entidades del campo (Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola, Sociedad Rural, Federación Agraria y Coninagro), dos por la academia y uno por las facultades de Agronomía y otro por Veterinaria. Esa estructura se replica en las regionales y todos los cargos restantes se obtienen por concurso cada cuatro años.

Galmarini explicó que en diciembre de 2024 el Consejo rechazó un proyecto del gobierno nacional de reestructuración del organismo, que incluía la reducción de personal. Frente a esto, el Ejecutivo les dio 45 días para hacer una propuesta alternativa, que hicieron e incluía reducción de estructuras y cargos, pero no de personal. La misma no se trató en su totalidad.

El INTA une ciencia y extensión, es decir que transfiere todo el conocimiento al sistema productivo. Foto: Unidiversidad.

Hoy —explicó el profesor—, oficialmente, la única novedad que tiene es un cambio en la estructura de la dirección nacional del organismo, que fue aprobada por el Consejo, cuyo objetivo es reorganizar la forma de gestión. Lo demás, como la fusión con otros organismos o un nuevo retiro voluntario, son por ahora rumores, aunque aclaró que no son ingenuos y saben que hay proyectos que plantean esas posibilidades.

Galmarini advirtió que ya se hizo una reducción de personal, que llegó al 15 % en el nivel nacional y al 14 % en la regional, porque no se ocuparon las vacantes por jubilación y porque ya se concretó un proceso de retiro voluntario, por lo que están al límite respecto del plantel que necesitan para dar respuestas a las demandas del sector productivo.

Los laboratorios y sus profesionales son esenciales en la tarea de transferencia. Foto: Unidiversidad

Del laboratorio al campo

¿Por qué es importante para el país, pero en especial para la región, que el INTA siga funcionando?

El INTA va a cumplir 70 años el año que viene y el aporte que hace al sector creemos que es importante. Somos custodios de los recursos genéticos, tanto vegetales como microbianos y de animales, vinculados al sector agropecuario. Por ejemplo, en Mendoza tenemos la colección de vid más importante del hemisferio sur, lo mismo ocurre con el olivo en San Juan o con el banco de germoplasma de hortalizas que tenemos en La Consulta, y tenemos la colección más importante de levaduras que se utilizan en la industria vínica. Es decir, está guardado el acervo, la reserva genética de la región, y nuestra función no solo es conservarla, sino también caracterizarla y darle valor agregado para que se use. Muchas de las bodegas que están exportando vinos a partir de variedades no tradicionales o criollas son variedades que fueron conservadas aquí, caracterizadas, vinificadas en una bodega experimental; y ese proceso se transfiere a pequeños productores y también a bodegas grandes, y les permite tener nichos de mercado, es decir, ganar valor agregado a partir de los recursos genéticos. En el caso de La Consulta, el banco de germoplasma ha dado lugar a programas de mejoramiento genético: te diría que el 90 % de los cultivares de ajo que se utilizan son consecuencia del trabajo del INTA, lo mismo ocurre con el caso de la cebolla o el zapallo. Por otro lado, se participa en la generación y transferencia de tecnología. Un caso muy exitoso es Tomate 2000, una asociación vinculada al tomate para industria donde participan la industria, los productores primarios, las empresas de servicio y el INTA. Esa alianza virtuosa entre la generación de tecnología, mucha de ella hecha y evaluada por el INTA y adoptada por los productores con el compromiso de los industriales, ha permitido que se pasara de un rendimiento de 40 toneladas por hectárea a un promedio de 80 a 90 toneladas, incluso a 180 toneladas, que es comparable con los mejores rendimientos del mundo, lo que hace que el sector, a pesar de los vaivenes macroeconómicos, se mantenga competitivo. Ese es un excelente ejemplo de alianza público-privada, donde una institución como la nuestra puede contribuir con tecnología en la evaluación y en el mantenimiento de una cadena productiva.

El INTA cuenta con la colección de vid más importante del hemisferio sur. Foto: Unidiversidad

¿Cuáles son las líneas de trabajo de la regional?

Los ejes estratégicos tienen que ver, en primer lugar, con el manejo del recurso hídrico; después, con la diversificación de la matriz productiva, es decir, cómo dar alternativas al productor que le permitan acceder a otros mercados, lo que está relacionado con el agregado de valor. Otra línea importante es la mecanización, porque un grave problema que tienen las actividades agrícolas tan intensivas como las nuestras es la falta de mano de obra; entonces, la mecanización tiende a aliviar algunas tareas, por ejemplo, en el caso de la cosecha del tomate para industria, en la plantación y cosecha del ajo, de la zanahoria y de la vid. A eso se suma el uso de drones y todo lo relacionado con las nuevas tecnologías. Un eje que siempre ha estado presente tiene que ver con la reducción de la incidencia de plagas y enfermedades: trabajamos en conjunto con otras instituciones para el control de Lobesia en vid, en podredumbre blanca en ajo, hongos del suelo que afectan a la producción de cebolla, y también en sistemas de producción de semillas, no solo propias, sino que hay muchas compañías establecidas en la región para exportar semilla a contraestación al hemisferio norte. También trabajamos en sistemas organizativos que tienen que ver con la ayuda a pequeños productores para lograr escala e incorporar tecnología.

Ustedes tienen investigación y extensión. ¿Cuál es el beneficio?

Esos son dos ejes principales de INTA, la investigación y la extensión o la transferencia de tecnología, y quizás ahí está nuestra mayor potencialidad, que no solo hacemos ciencia básica, sino que la transferimos. Además de las estaciones experimentales, tenemos agencias de extensión en la mayoría de los departamentos y su rol es, primero, estar vinculadas con la comunidad, sobre todo con el sector agropecuario, recoger las demandas e intentar dar soluciones a través de nuestra estructura o de nuestros socios, como la universidad, el Conicet, las asociaciones de productores, para que eso sea una alianza virtuosa. Tenemos muchos ejemplos exitosos de solución de problemas, inclusive de conformación de grupos de productores que después se transforman en distintos tipos de asociaciones, y creo que ahí el INTA, sobre todo para los productores chicos, pasa a ser un aliado importante, no solo en lo tecnológico, sino también en lo organizacional. El vínculo con el sector, con los productores, también hace que uno tenga los pies en la tierra. Algunos de los problemas que abordamos no son tal vez muy novedosos desde lo científico, pero sí muy útiles al sector.

El personal del INTA crea nuevas variedades de distintos productos que se adaptan mejor a las características de la región. Foto: Unidiversidad

¿Me puede dar ejemplos de esta llegada virtuosa al territorio?

Por ejemplo, en San Juan existe la cooperativa Fecoagro, que nuclea a muchos productores hortícolas pequeños que se se dedican a la producción de semillas. El INTA inició esa cooperativa, primero, para atender una demanda insatisfecha de semilla hortícola nacional, y poco a poco fue creciendo y consolidándose como propia. En el Valle de Uco está la cooperativa Uqueños, que se ha nucleado a través de variedades vitícolas interesantes que están en la región con nuestro aporte tecnológico, lo que les ha permitido crecer y ganar mercado. Hay un mercado cooperativo en el Este que se realiza en la experimental de Junín, que nuclea a muchos productores pequeños y no tanto, que se juntan todos los viernes en un predio de la experimental para llevar sus productos, y eso va mejorando la economía del sector y la relación con la zona. En el caso de los puesteros de caprinos, sobre todo los que están en la zona cordillerana desde San Juan hasta Malargüe, colaboramos mucho con los gobiernos y con la Dirección de Ganadería en programas de prevención de enfermedades como brucelosis. Otro ejemplo que te puedo dar, que se hizo en la experimental La Consulta, es toda la zonificación para determinar la aptitud de Mendoza y San Juan para el cultivo de pistacho, que es uno de los productos que más ha crecido en los últimos tiempos: hemos pasado en los últimos 10 años de 700 a 7000 hectáreas. Pero ese auge del cultivo hace que a veces se implante en zonas que no son las mejores; entonces, una información básica que el INTA brinda es cuáles son las zonas más aptas para el cultivo y qué variedades son las recomendadas para tener una inversión segura en el tiempo. Esos son solo algunos ejemplos, hace muchas cosas el INTA.

Usted me explicó que una parte del dinero que ingresa al INTA proviene de convenios con las empresas. ¿Qué vienen a buscar las empresas?

Muchas cosas. Vienen a buscar tecnología, información para saber qué variedad y dónde es mejor implantar, hacemos pruebas de productos. Te doy algunos ejemplos entre muchos: en el caso de Tomate 2000 que te nombré antes, el aporte fue importante porque se probaron todas las variedades de tomate para industria que existen en el mundo y el INTA indicó cuáles son las que mejor se adaptan a cada zona, en San Juan y en Mendoza. Otro ejemplo es un convenio que teníamos con la empresa Unilever para desarrollar variedades para la industria del deshidratado, ya que Mendoza tiene la capacidad industrial más importante para deshidratar del país, pero no todas las variedades que se usan en el mercado en fresco son útiles o adecuadas para el uso industrial, por lo que trabajamos con dinero que aportó la empresa para desarrollar cultivares de cebolla, de zapallo, de zanahoria, aptos para la industria del deshidratado. Entonces, cuando alguien se está tomando una sopa de sobre de zapallo, está tomando también parte de la genética desarrollada en el INTA La Consulta; lo mismo pasa con la cebolla. Deshidratar es sacar agua, entonces, necesitás variedades que tengan menos agua o más cantidad de materia seca. Eso es lo que hacemos por mejoramiento genético, porque, además, al tener menos agua, se reduce muchísimo el gasto energético de una planta deshidratadora, lo que hace el proceso mucho más eficiente y más rentable.

Las cooperativas y las grandes empresas vitivinícolas utilizan todo el conocimiento generado en INTA. Foto: Unidiversidad

De rumores y reestructuración

¿Qué espera de este proceso, qué le gustaría que pase y qué no?

Lo que no me gustaría, y es el temor que uno tiene por lo que está ocurriendo también en el país, es una reducción del personal, porque, como te decía al principio, con este esquema de no reponer vacantes y el retiro voluntario que se implementó el año pasado, hemos tenido una reducción importante del personal, alrededor del 14 %. Si ocurriera un proceso similar, nuestra capacidad de, por lo menos, responder a los problemas que nos plantearon se va a ver muy afectada, y eso, claro que nos preocupa mucho, porque podemos tener recursos económicos, pero si nos falta la gente, no vamos a poder ser muy eficientes en nuestra acción. Como ocurre en cualquier institución de ciencia y técnica, nuestros recursos humanos están muy bien formados y eso lleva mucho tiempo. Te doy un ejemplo concreto: acá tenemos un laboratorio de análisis bastante complejo que tiene que ver con los residuos de plaguicidas, donde, por ejemplo, el Iscamen nos trae las muestras de tomates, de verduras, de lo que fuera, para que nosotros hagamos los análisis sobre si cumplen o no con los estándares permitidos del uso de plaguicidas y otras sustancias. Se nos jubiló la responsable de ese laboratorio y una de las profesionales que trabaja ahí se adhirió al retiro voluntario; entonces, estamos complicados en el funcionamiento de ese laboratorio, porque tampoco es que uno pueda contratar a una persona rápidamente para que adquiera la formación, eso lleva tiempo. El recurso humano es muy importante, sobre todo el que es calificado, y eso nos puede traer problemas. Otro temor son los becarios: tenemos becarios propios del INTA, del Conicet, cofinanciados entre ambas instituciones, que están terminando su formación, ya sea de maestría o de doctorado, y no los estamos pudiendo incorporar. Normalmente se daba un proceso de incorporación, diría que es el semillero para seguir actuando, y eso no lo estamos pudiendo hacer y también me preocupa mucho. Ante esta situación de incertidumbre, toman otros caminos y eso afecta la labor actual, pero, sobre todo, va a afectar la capacidad futura de la institución para hacer frente a sus compromisos.

El profesor dijo que su mayor preocupación es que se produzca un nuevo recorte de personal, porque no es fácil formar recurso humano capacitado. Foto: Unidiversidad

¿Y en cuanto a lo presupuestario?

En lo presupuestario también hay preocupación. Sin embargo, yo llevo muchos años en el INTA, hemos pasado épocas de buena financiación, menor financiación, y claro que nos afecta, pero lo resolvemos con convenios, con acuerdos. De alguna manera, siempre lo hemos sobrellevado. No soy ingenuo, no es que no nos afecta, pero lo podemos sobrellevar. Lo que nos asusta mucho más el tema de reducción de personal.

Cuando el gobierno nacional ha buscado modificar otras estructuras educativas, de ciencia y técnica, como el caso de Conicet o las universidades, algunos funcionarios denostaron no solo la labor, sino también a quienes la realizan. ¿Cuál es su visión?

El INTA tiene una ventaja y es que las entidades beneficiarias forman parte de quienes dirigen el instituto. Me refiero a las entidades del campo. Ellos conocen bastante nuestro accionar e, históricamente, con diferencias, han defendido el accionar del INTA porque lo ven útil para su necesidad, y eso es un punto a favor. Esto que te digo es más personal, porque también soy docente de la universidad y, si bien se hicieron marchas el año pasado, yo no veo un ambiente de defensa de la sociedad hacia el sector de ciencia y técnica. Creo que se ha perdido esa visión de que hay que recuperarla, porque no existe desarrollo posible en el mundo si no hay un sector científico y tecnológico que aporte a ese desarrollo en el país. La ciencia y la tecnología son una inversión y no un gasto, y ese es un concepto que hay que comunicar más. Yo escucho por ahí donde uno va que dicen: "Hay que achicar el Estado", "Son un gasto", "No trabajan", y eso me ofende bastante, porque siempre se puede ser más eficiente, pero lo que yo conozco de nuestra institución en el INTA es que la gente trabaja y tenemos resultados para ofrecer a la sociedad. Recién hablábamos de los becarios y es importante estimular a gente joven a dedicarse a la ciencia y la tecnología, que es un camino hermoso como desarrollo de vida, pero también complejo en cuanto a la formación, a la expectativa, porque nadie que hace ciencia y tecnología está demasiado motivado por hacerse rico. Todos queremos vivir bien, pero hay otras cosas que nos motivan para hacer lo que hacemos todos los días. Creo que eso está un poco desdibujado en la sociedad actual y hay que recuperarlo, porque no solo da sentido en lo individual, que es para lo que uno se levanta y trabaja todos los días, sino que da sentido en lo colectivo. Sin dudas podemos hacer las cosas mejor, no significa que por hacer ciencia y tecnología esté todo bien. No, seguro se puede mejorar la manera de gestionar o hacer un uso más eficiente de los recursos, pero creo que lo que no se puede discutir es la importancia y el sentido de la educación, de la ciencia y la técnica.

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