Infancias libres que viven con sus madres en contexto de privación de la libertad

En la Alcaidía 2, conocida como “RAM”, conviven dos mundos: el Sistema Penitenciario y el Área de Niñez. Allí viven mujeres detenidas con sus niñas y niños de hasta 4 años. ¿Cómo es la vida en esta cárcel, con régimen cerrado, que busca garantizar el derecho de crecer con sus madres?

Infancias libres que viven con sus madres en contexto de privación de la libertad

Una de las habitaciones de la Alcaidía 2. Foto: Unidiversidad

Sociedad

Unidiversidad

Julia López

Publicado el 30 DE JUNIO DE 2022

En la Alcaidía 2, conocida como “RAM”, conviven dos mundos: el Sistema Penitenciario y el Área de Niñez. Juntos intentan conjugar la vida de detenidas que no acceden al beneficio de la prisión domiciliaria y la de sus hijas e hijos menores de 4 años, que son libres, pero tienen el derecho de crecer con sus madres

El Régimen Abierto de Mujeres (RAM) –la Alcaidía 2– fue el nombre elegido para designar el lugar de alojamiento de detenidas que avanzaron en el régimen progresivo de la pena y, por lo tanto, podían aspirar a mayor autogobierno. Se llamó “abierto” porque desde allí cuentan con ciertos beneficios como salidas transitorias y un régimen de semilibertad, según establece la Ley de Ejecución Penal.

Las leyes empezaron a entender que, en la mayoría de los casos, las mujeres son las principales cuidadoras. Por eso, se habilitó un espacio en la Unidad 3, que funcionaba en El Borbollón, donde hijas e hijos –menores de 4 años– de detenidas que no gozaran de prisión domiciliaria pudieran vivir con sus madres. Pero, progresivamente y desde el 2011, el RAM empezó a alojar a estas mujeres con sus niños y niñas, y en marzo del 2022, terminó de cumplir su condena la última que estaba allí con el régimen antiguo.

 

Perímetro de la Alcaidía 2. Foto: Unidiversidad

Los motivos para que esas mujeres estén en la cárcel y no accedan a prisión domiciliaria, a pesar de tener pequeñas o pequeños a cargo, son variados y siempre los decide la justicia. Puede ser por ser reincidentes, por la gravedad del delito, por peligro de obstaculización de prueba, por haber violado una prisión domiciliaria anterior, etc.

Actualmente, en la Alcaidía 2 se alojan nueve madres, cada una con un hijo o hija, y una mujer embarazada que cursa las últimas semanas de gestación. La Unidad 3 funciona en Almafuerte 2, y en El Borbollón –donde hoy está la Unidad 14–, transitan las que cumplen la última etapa de su condena. Como “RAM” refiere a aquel régimen abierto, de detenidas con semilibertad, hoy están buscando un nuevo nombre para la Alcaidía 2.

La existencia de este modelo de cárcel, explica Nahir Otero, directora de la Unidad de Mujeres y Disidencias del Sistema Penitenciario, se basa en “el derecho de las niñeces a poder estar los primeros años de vida junto a sus madres. Tiene que ver con el apego, la contención y la crianza”. Esta Unidad fue creada en 2020 y “tiene que ver con toda la perspectiva de género dentro de la fuerza de seguridad”.

Kassis, Otero, Bardini y Guiñez, responsables de distintas áreas. Foto: Unidiversidad

Esta unidad tiene dos dependencias a cargo, al mismo nivel y en el mismo lugar: la Alcaidía 2, cuya jefa es Amira Kassis Barcudi, que tiene bajo su responsabilidad a las personas privadas de libertad, su alojamiento, custodia, salud, actividades; y el Área de Niñez, Género y Diversidad, cuya responsable es Romina Guiñez, y se focaliza en lo relativo a ingresos y egresos de menores de edad, redes familiares, atención temprana y trabajo con infancias. Hay dos auxiliares en esta área: Gisela Bardini y Gisela Ferrando. "Conjugar eso en una institución es bastante difícil, por eso no trabaja cualquier persona en este lugar. Tiene que tener un perfil determinado”, sostuvo Otero.

 

Una cárcel distinta a otras

Durante todo el tiempo que permanecen allí, las personas menores reciben no solo el cuidado de sus madres, sino también acompañamiento del área de niñez y controles sanitarios. Todas las mañanas asisten al jardín Avome, que está fuera de la institución y donde comparten con el resto de la comunidad. “El trabajo que hacemos es extralimitado a nuestras funciones específicas”, manifestó Otero. “Las chicas los sacan a todos lados: plaza, McDonald's, pelotero”, organizan festejos, salidas recreativas. El uniforme de estas auxiliares no es de penitenciarias: usan ambos coloridos, con estampados infantiles.

En la Alcaidía 2, la infraestructura es distinta a otras unidades penales. No hay rejas, celdas, candados, requisas ni medidas de seguridad como las de otras cárceles. Es una casa y el perímetro es una tela que delimita el patio. Estas particularidades, se explaya Nahir Otero, se deben justamente al hecho “de que existen niñeces libres dentro de una institución penal y se busca que tengan el menor impacto de prisionización”.

Mujeres preparan la comida antes de que sus hijas e hijos lleguen del jardín. Foto: Unidiversidad

Por eso, las mujeres reciben su vianda de comida todos los días, pero sus hijas e hijos no, sino que viene todo para preparar. “Una de las tareas de esa mamá es justamente maternar con su hijo. Eso implica que tiene que hacer la comida como lo haría en su domicilio, y que el niño o niña sienta que es su casa y tenga lo más parecido a eso”, explicó Otero.

Por eso, el lugar difiere de una cárcel tradicional: tiene una cocina, dos habitaciones grandes entre las que se dividen, dos aulas pequeñas, un taller de costura, una sala de uso común, una lavandería, un patio principal y uno trasero, y el baño. Además, tiene “el multiespacio”, una sala de atención temprana que surgió a partir de las necesidades de las mujeres detenidas de que alguien hiciera tareas de cuidado mientras ellas están en clase o en algún taller. Funciona de lunes a viernes, por la mañana y por la tarde.

Multiespacio. Foto: Unidiversidad

Explica Gisela Bardini: “El multiespacio es una sala donde se trabaja desde el piso, no trabajamos como un jardín maternal común, con mesas. Siempre desde el piso para que solitos vayan teniendo su autonomía. Tenemos diferentes bloques y ellos van creando su juego, su movimiento. Son libres allí”.

Las internas suelen tener problemas típicos de convivencia, por hábitos y horarios distintos, utilización de los espacios, ruidos, etc. “Hay niños, y en ese marco, no pueden existir conflictos con violencia”, explica Nahir Otero. La responsable de la Alcaidía 2 aportó: “Nuestra meta es el diálogo”.

Las detenidas allí pueden terminar sus estudios primarios, secundarios y universitarios. Tienen Cebja, CENS, cursos de capacitación laboral: textil, marroquinería, peluquería, informática, artes aplicadas. Muchos de los talleres se relacionan con las actividades y roles tradicionales de las mujeres, pero es una realidad que “los eligen porque son oficios redituables afuera”, explicaron. Entonces, ese tiempo en el que están cumpliendo una condena les puede servir para aprender alguna actividad que luego les genere ingresos y les sirva para lograr cierta independencia económica.

Finaliza la clase de gimnasia. Foto: Unidiversidad

 

Un proceso complejo

Las detenidas –que en algunos casos están procesadas, y en otros, condenadas– permanecen en la Alcaidía 2 hasta el día en que su hijo o hija cumple 4 años. Ese día, la mujer es derivada a la Unidad 3 y se ubica a la niña o el niño con la persona o el grupo familiar que, con un intenso trabajo previo, se designó para su cuidado. Esa labor, que se hace desde el Área de Niñez, consiste en rastrear exhaustivamente la red familiar para encontrar quien cuide y se haga cargo, a partir de los cuatro años, de esa persona menor de edad.

Sin embargo, no solo se hace contacto, sino que trabajan todo el tiempo la vinculación con la nueva red “para que ese niño haga ese tránsito y no sea una situación abrupta”. El objetivo es que no se vuelva a institucionalizar, que no tenga que ir a una casa-hogar, sino que se pueda ubicar con alguien de su familia. “No hemos tenido hasta la fecha ningún niño o niña a quien no le hayamos conseguido una red familiar”, aseguró la directora de la Unidad de Mujeres y Disidencias.

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