Intensivista, la especialidad que visibilizó la pandemia

El médico Federico Galiotti consideró positivo que se ponga en valor este trabajo en equipo que pocos conocían. La nueva rutina.

Intensivista, la especialidad que visibilizó la pandemia

Galiotti dice que es positivo que se conozca su especialidad, que implica gran esfuerzo físico y mental. Foto: gentileza Federico Galiotti

Sociedad

Primera línea de batalla

Unidiversidad

Verónica Gordillo

Publicado el 30 DE OCTUBRE DE 2020

Federico Galiotti (31) es intensivista, una palabra que hasta hace unos meses gran parte de la población no sabía que existía y mucho menos qué significaba. Ahora, esa especialidad es esencial. Por eso, más allá del momento crítico y de las horas interminables de trabajo; el médico dice que uno de los aspectos positivos de la pandemia de COVID-19 es que visibilizó esta especialidad que implica mucha presión, entrenamiento físico y mental y, sobre todo –subraya–, trabajo en equipo, porque asegura que de nada valdrían sus saberes sin los y las profesionales de enfermería y kinesiología. 

“A pesar de todo lo malo que ha sucedido, se pudo visibilizar esta especialidad, que no era muy conocida ni por la gente ni por los alumnos de Medicina, y que tiene un papel muy importante. También se visibilizó el trabajo multidisciplinario, porque nosotros dependemos íntegramente de kinesiología y de enfermería, trabajamos codo a codo para llevar adelante pacientes de altísima complejidad. Esta es una especialidad de mucha presión, de muchas horas, de mucho entrenamiento. Nosotros somos apasionados de lo que hacemos, pero necesitamos que se conozca la realidad en la que estamos trabajando y viviendo”, explica a Unidiversidad.

Trabajadores de terapia intensiva: "No podemos más"

"Los recursos para salvar a pacientes de coronavirus se están agotando (...) No podemos más, nos están dejando solos", advirtieron desde la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) a través de una contundente carta pública. Las y los trabajadores que día a día enfrentan la pandemia remarcaron que los recursos tecnológicos y humanos son cada vez más escasos.

Galiotti comprueba a diario en los sectores críticos del Hospital Lagomaggiore y de la Clínica de Cuyo, donde trabaja, la veracidad del comunicado de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva, que advirtió sobre la posibilidad del colapso del sistema sanitario. Además, subrayó la sobrecarga de trabajo de los intensivistas y pidió a las personas que respeten las medidas de prevención para frenar los contagios.

El profesional dice que cumplir las medidas de prevención es lo único que permitirá superar esta situación. “Como equipo de terapia intensiva, le pido a la gente que se cuide, que cuidemos a los adultos mayores, que salgamos lo menos posible, que evitemos salidas innecesarias, esto en algún momento se va a terminar y vamos a poder salir. Solamente hay que tener paciencia y cuidarnos, que es la única forma de salir de esta situación”.

"Nuestra peor pesadilla es que comience a morir gente por no tener atención"

La kinesióloga Lorena Páez (45) enumera sus miedos, los mismos que comparte con colegas de las unidades de terapia intensiva donde trabaja desde hace 15 años, hoy desbordadas a causa de la pandemia de COVID-19. Miedo de contagiarse, de contagiar a su familia, de que les pase algo a sus padres que viven en San Rafael y no poder ayudarlos.

 

Una nueva rutina

Tal como le sucedió a la población mundial, la pandemia de COVID-19 cambió la rutina de Galiotti. Por la crisis, se incrementó en forma exponencial su carga laboral y debió extremar los cuidados al entrar y salir de su casa –que comparte con su pareja– para evitar contagios.

Galiotti busca la palabra exacta para definir lo que siente. Dice que no es miedo, sino respeto frente a un virus que genera una situación crítica, difícil y de mucha tensión, especialmente para los intensivistas porque, en una guardia, trabajan las 24 horas sin descanso, ya que las camas están ocupados al ciento por ciento.

El médico cuenta que el aislamiento y las restricciones también los afectan porque, después de pasar horas extenuantes de trabajo, vuelven a su casa y permanecen lejos de sus seres queridos, contrario a lo que en una situación normal ayudaba a sobrellevar la presión. Ahora, cuenta que su forma de mitigar el cansancio y el estrés es salir a correr y conectarse con la naturaleza, que el deporte es su forma “de aclarar la cabeza”.

El pedido de una enfermera: "Les ruego que tomen conciencia"

La enfermera Valeria García no pidió sino que rogó a los y las mendocinas que tomen conciencia de la gravedad de la situación y que salgan lo menos posible. Recalcó que el sistema de salud está al borde del colapso por la cantidad de infectados de COVID-19.

 

Sin descanso

El médico comenta cómo vive esta situación crítica puertas adentro de las unidades de terapia. Explica que las camas están ocupadas al ciento por ciento y que, cuando una queda libre, solo hay tiempo para desinfectar y colocar nuevas sábanas hasta que llegue otro paciente, lo que impide cualquier posibilidad de descanso al equipo.

Galiotti destaca otro aspecto que complejiza la labor y es que, cada vez que necesitan hacer alguna intervención a un paciente, deben colocarse el equipo de protección, lo que lleva tiempo y demora su trabajo, aunque de a poco aceitaron los protocolos.  

Profesionales de la salud sufren ansiedad, insomnio y miedo de contagiar a un familiar

Ansiedad, angustia, miedo a contagiar a un familiar, insomnio, disminución de ingresos: esos son algunos de los impactos de la pandemia de COVID-19 sobre los profesionales de la salud, de acuerdo a una encuesta que realizó la Fundación Cardiológica Argentina (FCA).

El profesional explica que el trabajo en la UTI es multidisciplinario, que en una situación normal el equipo médico, de enfermería y de kinesiología atiende a entre 7 y 8 pacientes. Ahora, dice que aunque el número de enfermos que cada uno atiende no se modificó demasiado, pero lo que cambió es que las salas están completas, entonces no tienen descanso entre un paciente  y otro.

El médico cuenta que, en promedio, un paciente con COVID-19 permanece en la UTI de 10 a 14 días, siempre dependiendo del estado en el que llegue a la terapia y si requiere o no ventilación mecánica, lo que alarga la internación. Para Galiotti, la gratificación más grande del equipo es dar de alta a un paciente, ya que, en general, llegan muy comprometidos a la unidad. “Es algo muy lindo. Ahora no tenemos tanto contacto con los familiares, simplemente por teléfono, entonces se pierde el calor de hablar día a día, personalmente, pero obviamente el alta es nuestro momento más lindo”, explica.

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