La inteligencia artificial genera un consumo de agua equiparable al de Nueva York en un año

Un estudio advierte que para 2025, la IA podría generar emisiones de CO₂ y consumir volúmenes de agua comparables a los de esa ciudad estadounidense o a un pequeño país europeo, en un contexto de escasa transparencia del sector tecnológico.

La inteligencia artificial genera un consumo de agua equiparable al de Nueva York en un año

La expansión de la inteligencia artificial impulsa un impacto ambiental de escala global. Foto: Imagen generada con IA.

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Publicado el 22 DE DICIEMBRE DE 2025

El rápido crecimiento de la inteligencia artificial (IA) no solo redefine la forma en que se producen y consumen servicios digitales, sino que también plantea un desafío ambiental de gran escala. De acuerdo con un estudio de la revista académica Patterns, en todo el 2025 la huella de carbono asociada a esta tecnología podría alcanzar niveles comparables a los de grandes centros urbanos, como la ciudad de Nueva York, o incluso a los de un país europeo de menor tamaño. A esto se suma un consumo de agua que podría igualar al de toda la industria mundial de ese líquido embotellado en un solo año.

Las estimaciones indican que los sistemas de IA alojados en centros de datos emitirían entre 32,6 y 79,7 millones de toneladas de dióxido de carbono durante 2025. Para dimensionar estas cifras, el informe las compara con las emisiones totales de Nueva York en 2023, que rondaron los 52,2 millones de toneladas de CO₂. En el escenario de menor impacto, los valores también resultan similares a las emisiones registradas por Noruega en ese mismo año, calculadas en aproximadamente 31,5 millones de toneladas, según datos actualizados de la Agencia Europea de Medio Ambiente.

Los centros de datos concentran el consumo energético que sostiene el crecimiento de la IA.

Centros de datos: el corazón energético de la IA

Los data centers son infraestructuras clave para el funcionamiento de servicios digitales como la computación en la nube, el streaming de video y las aplicaciones de inteligencia artificial. En su interior, miles de servidores operan de manera continua, generando grandes volúmenes de calor. Para evitar fallas y garantizar su funcionamiento seguro, estas instalaciones dependen en gran medida de sistemas de refrigeración, muchos de los cuales utilizan grandes cantidades de agua.

Con la aceleración del desarrollo de la IA y otras tecnologías digitales, la demanda de nuevos centros de datos se incrementó de forma sostenida. Esto implica un mayor consumo tanto de energía eléctrica para alimentar los sistemas como de agua para su enfriamiento, lo que amplifica el impacto ambiental del sector tecnológico.

La huella hídrica de la IA se perfila como uno de los principales desafíos ambientales.

El consumo de agua, un factor crítico

El estudio también advierte sobre la magnitud de la huella hídrica de la inteligencia artificial. Para 2025, el consumo total de agua asociado a la IA podría ubicarse entre los 312,5 y los 764,6 mil millones de litros anuales, una cifra equivalente al consumo global de agua embotellada.

Este cálculo contempla no solo el uso directo de agua para refrigerar los centros de datos, sino también el consumo indirecto vinculado a la generación de la electricidad que los alimenta. Según el informe, este uso indirecto puede llegar a ser hasta cuatro veces mayor que el consumo directo, aunque se trata de un indicador que las empresas tecnológicas rara vez es divulgan.

Una matriz eléctrica más limpia reduce la huella de carbono de los centros de datos europeos.

Europa y una ventaja energética relativa

En el mapa global de los centros de datos, Europa concentra cerca del 15 % del total mundial, ubicándose detrás de Estados Unidos, que alberga alrededor del 45 %, de acuerdo con datos del Foro Económico Mundial. Sin embargo, el informe destaca que el continente europeo cuenta con una ventaja clave: una matriz eléctrica considerablemente más limpia.

Las redes eléctricas europeas presentan una intensidad de carbono promedio de 174 gramos de CO₂ por kilovatio hora (gCO₂/kWh), menos de la mitad del promedio mundial, que se sitúa en 445 gCO₂/kWh. Además, este valor es significativamente inferior al de Estados Unidos, donde alcanza los 321 gCO₂/kWh. Como resultado, los centros de datos instalados en Europa generan una huella de carbono menor por cada unidad de electricidad consumida.

La falta de datos precisos complica la medición del impacto ambiental de la IA.

Transparencia, el punto débil del sector tecnológico

Uno de los aspectos más críticos que señala la investigación es la falta de transparencia por parte de las grandes empresas tecnológicas. El estudio analizó los informes ambientales de 11 compañías líderes del sector y detectó deficiencias sistemáticas en la divulgación de información. Ninguna de ellas publica métricas ambientales específicas vinculadas a la inteligencia artificial, a pesar de reconocer que esta tecnología es un factor central en el aumento del consumo energético.

Para elaborar sus estimaciones, los investigadores recurrieron a un enfoque descendente, combinando reportes públicos de sostenibilidad de empresas como Amazon, Apple, Google y Meta con proyecciones de la demanda eléctrica de la IA y factores de intensidad de las redes eléctricas. No obstante, el autor del estudio advirtió que existe un alto grado de incertidumbre, ya que los informes corporativos no suelen diferenciar entre actividades de computación relacionadas con IA y aquellas que no lo están.

En este contexto, el trabajo subraya la necesidad urgente de contar con más información por parte de los operadores de centros de datos para mejorar la precisión de las estimaciones y gestionar de manera responsable el impacto ambiental creciente de la inteligencia artificial. Aunque no se publican métricas específicas, empresas como Google, Meta y Microsoft reportaron incrementos significativos en su consumo eléctrico durante 2023 y 2024, atribuidos en gran parte a la expansión de la IA.

La investigación concluye con un llamado a impulsar nuevas políticas públicas que obliguen a las empresas a divulgar indicadores ambientales más detallados. Entre ellos, se destacan la localización exacta de los sistemas de IA, la escala de las operaciones en cada sitio y los valores de eficiencia en el uso del agua (WUE) de cada instalación, considerados claves para evaluar y mitigar el impacto ambiental del sector.

Fuente: Revista Patterns / Agencia Europea de Medio Ambiente

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