La lucha de Lulú: por primera vez, una niña trans representará a otra en una película

"Yo nena, yo princesa" cuenta la batalla de Luana y de su familia por obtener su DNI sin necesidad de un dictamen médico ni judicial. Informe sobre la situación de la infancia trans.

La lucha de Lulú: por primera vez, una niña trans representará a otra en una película

Foto: Télam

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Unidiversidad/ Fuente: Télam

Publicado el 19 DE ABRIL DE 2021

Por primera vez, una niña trans representará a otra en una película que se llamará Yo nena, yo princesa. Gabriela Mansilla, la madre de la primera nena transgénero del mundo en obtener la rectificación de su DNI sin necesidad de un dictamen médico ni judicial, aseguró que esta experiencia sentará un "precedente a nivel mundial".

El film dirigido por Federico Pallazo comenzó a rodarse esta semana y está basado en el libro Yo nena, yo princesa, de Gabriela Mansilla, publicado en 2014 por la Universidad Nacional General Sarmiento. "Es la primera vez que la historia de una niña trans es contada por otra niña trans" en una ficción de la que participan otras infancias diversas.

El papel de Lulú, la nena que hoy tiene 14 años, es interpretado por Isabella G.C., otra nena transgénero que, con su familia, integran la organización Infancias Libres, que encabeza Mansilla. "Esta película no cuenta la vida de una niña trans cualquiera, sino la lucha por la identidad de una niña que produjo un hecho histórico –que fue el DNI de Luana– y que involucró al Estado y las leyes de un país", dijo la autora de la historia.

El filme está coproducido por Grupo Octubre, la Universidad Nacional de La Matanza, Arco Libre & Aleph Media, Tronera y HSVG Producciones. Eleonora Wexler y Juan Palomino interpretan a la madre y al padre de Lulú. También participan la propia adolescente que inspira la película y otras chicas y chicos transgénero. Mansilla explicó que la protagonista  de esta película es la infancia travesti trans, que está reflejada en la historia de Lulú, pero que tiene detrás la lucha de toda la comunidad que hoy les permite ocupar lugares negados históricamente.

"Es un precedente a nivel mundial que la historia de una niña trans sea contada por otra niña trans, y que la niñez trans sea protagonista de su propia historia", agregó sobre el filme con estreno previsto para septiembre.

"Lulú, lo primero que me dijo es '¿Yo puedo hacer de mí?', porque su sueño es ser actriz y le encanta la actuación. Como se cuenta su historia y es imposible contarla sin ella, que quiere estar, va a tener una participación", contó su madre.

La adolescente ya acompañó a su mamá a la primera jornada de rodaje y estuvo atenta a todo lo que transcurría en el set donde flamea la bandera blanqui/celeste/rosa del orgullo trans, muestra de que "el cine también se está deconstruyendo". A diferencia de otros y otras protagonistas de filmes basados en historias reales, Isabella no necesita consustanciarse con Lulú para el film porque "es su referente y ya se conocen mucho", aseguró Mansilla.

Así como Luana es modelo para les niñes trans que están iniciando el camino de la transición en función de su identidad autopercibida, "para Lulú lo es Marlene Wayar y otras históricas activistas que, con su lucha, hicieron posible hoy la conquista de este y otros espacios. "Cuando empezó el rodaje, pensaba sobre cuántas vidas hoy se pueden visibilizar con esta historia y que las niñeces no están acá por arte de magia, hay todo un trabajo de muchos años que lo hizo posible", dijo Mansilla.

La frase "Yo nena, yo princesa" que da nombre al filme remite a la revelación que le hizo Lulú a su mamá en 2009, a poco de comenzar a hablar.

Con 20 meses, la por entonces bebé era feliz solo cuando jugaba con las polleras de su madre porque todo lo que se esperaba de ella como varón le provocaba profundo dolor, al punto de caérsele el pelo y despertarse llorando a los gritos por las noches. Con el tiempo, su madre y padre sabrían que eran manifestaciones de su disconformidad con el género asignado al nacer que solo desaparecerían cuando la dejaran ser. Como parte de ese camino, el 9 de octubre de 2013, Lulú obtuvo su nuevo DNI que da cuenta de su identidad autopercibida. "Cuando escribí sobre esto, yo escribía cuadernos solo para mi hija y si ya fue algo impensado que saliera a la calle como libro, jamás me hubiese imaginado en esa época que iba a terminar siendo una película", dijo Mansilla, a quien la propuesta le llegó hace cuatro años y se sumó al proyecto como asesora y colaboradora. 

Las niñas no darán notas ni antes ni después de la filmación de la película por decisión de sus madres y padres para "protegerlos de la exposición y el morbo" y porque el filme es considerado por las familias como un episodio más de su militancia por más derechos. "Las niñeces aparecerán en un contexto de respeto y de arte, actuando y haciendo historia, ocupando el lugar que nunca se les dio, pero sus voces se van a escuchar sólo dentro de la película. 

A nueve años de sancionada la Ley de Identidad de Género que habilita también a las personas menores de edad a solicitar el cambio registral a través de sus representantes legales y a ocho de que Lulú pudiera completar ese trámite, Mansilla asegura que "faltan muchas personas de la comunidad travesti/trans en los medios", donde sigue predominando una mirada "cis hegemónica" que "tiende a invisibilizar y criminalizar" a las identidades travesti/trans, lo que refuerza en lugar de combatir los prejuicios sociales.

"Desde Infancias Libres, en 2019 hicimos el primer relevamiento sobre las experiencias de 100 familias (con adolescentes o niñes trans) y todavía seguimos con el 80 % de profesionales de la salud y el 65 % de escuelas o docentes que no saben cómo acompañar", sostuvo Mansilla. Además, "les niñes trans siguen naciendo en familias cisgénero heterosexuales" que necesitan "deconstruirse" y comprender, como la sociedad en general, que "la infancia también es travesti/trans".

Mansilla es tajante en afirmar que "la sociedad sigue igual" que en 2012 y que el hecho de que las infancias trans estén en las aulas, en el cine u otros espacios no debe leerse como el síntoma de un cambio social, sino una consecuencia de "la militancia" del movimiento LGBTQ+. "El éxito de una película, para nosotras va a ser que llegue a la gente, que cree conciencia social, que se empiece a visibilizar y a bajar el nivel de violencia en las escuelas", dijo.

Al respecto, Romina Pezzelato, periodista y madre de una niña trans cordobesa de 6 años, aseguró a Télam: "Los comunicadores tenemos el deber de poner en agenda a las infancias y adolescencias trans porque hay una legislación que lo contempla y un colectivo que lo necesita de manera vital" para dejar de estar invisibilizado, revictimizado, patologizado y criminalizado. Acerca de la película Yo nena, yo princesa, Pezzelato comentó: "Para mí fue una alegría gigante. Como lo que no se nombra no existe, necesitamos que se nombre a les niñes y adolescentes trans porque necesitamos desmontar miedos, prejuicios y estereotipos a todos los niveles sociales. Así como necesitamos que Disney saque contenidos donde aparezcan niñes o adolescentes no binaries o superheroínas lesbianas, necesitamos que aparezca la historia de Luana en la cinematografía".

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