Pintar el espacio público: una conquista para muralistas mendocinas

El muralismo es un tipo de arte con una fuerte impronta latinoamericana y crítica. Unidiversidad dialogó con tres integrantes de MuraMe sobre el lugar que ocupan las mujeres en esa expresión artística, sus transformaciones en la actualidad y la relación entre muralismo y arte urbano.

Pintar el espacio público: una conquista para muralistas mendocinas

Foto: Unidiversidad

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Soledad Maturano

Publicado el 19 DE MAYO DE 2022

A las mujeres, históricamente, nos prohibieron realizar actividades en el espacio público y nos impusieron el privado como lugar “oficial”. Aquello relacionado con tareas reproductivas, tales como la crianza de hijos e hijas, cuidado de personas enfermas, limpieza y cocina se constituyó como el mandato femenino.

Las expresiones artísticas también entraron en esa lógica y, por lo tanto, fueron apropiadas por los varones. El muralismo no era –ni es– la excepción a la norma. Este tipo de arte mural tiene un fuerte carácter rebelde y latinoamericano porque –lejos de ser elitista– es de acceso masivo. Está ahí, en las calles, pero ¿quiénes son las muralistas?

Lo cierto es que siempre existieron mujeres, bisexuales, lesbianas y trans que habitaron el espacio público, la cultura y el arte. Hoy, con la irrupción masiva del feminismo, eso es mucho más visible. No obstante, varias diferencias siguen siendo motivo de lucha en la agenda de las artistas.  

Las muralistas

Hace unos días, se hizo el primer encuentro provincial de mujeres y diversidades muralistas, organizado por MuraMe. Allí, Unidiversidad dialogó con algunas de las integrantes de la agrupación. 

Se formaron a fines de 2018 a partir del llamado que hizo la Agrupación de Mujeres Muralistas de Argentina –Ammura para realizar una pintada federal como protesta ante la desigualdad laboral en relación con los varones.

Una vez organizadas, notaron que las problemáticas "eran más de lo mismo, con convocatorias que no eran realmente abiertas, y las personas ya estaban designadas (mayoritariamente hombres)”. También notaron que a las mujeres que participaban “se les pagaba menos por la misma cantidad de horas”, explicó Carla Korla, integrante de MuraMe.

El muralismo tiene en sus raíces la rebeldía y la acción política. Si bien, en sus comienzos, el contenido mismo del mural buscaba transmitir algún mensaje político, con el tiempo, esos sentidos se fueron transformando –aunque conserva su rebeldía–. “El muralismo en sí tiene una postura bastante política y democrática: el hecho de poder pintar en las calles y que puedan verlo todos y todas. Es político el acceso a expresarte como persona y que otras personas, que por ahí no van a museos, puedan acceder al arte”, ilustró Ana Clara Picco, también organizada en la agrupación de muralistas mendocinas. 

Incluso –continuó Picco– que las mujeres puedan ocupar las calles es un acto político importante. “Poner el cuerpo en la calle, un lugar que nunca ha sido seguro para las mujeres, implica que estés pintando y que te acosen, que pasen autos y te persigas. Es ir ganando tu lugar. Tiene un trasfondo repolítico aunque estés pintando unas flores”, aseguró. 

“No es casualidad que vos pienses en muralistas o en artistas callejeros y sean todos chabones. No es que no haya artistas mujeres y diversidades con la capacidad artística o queriendo dar mensajes”, reflexionó, por su parte, Natalia Granados, también artista agrupada en MuraMe. Hizo hincapié en limitaciones concretas: la seguridad, el baño, la disponibilidad de paredes, etc.

Agregó que algunas de las problemáticas son no estar visibilizadas o que el Estado no siempre las tenga en cuenta para pintar. “En mi caso en particular, no vivo del muralismo: vivo de la docencia y el muralismo lo hago cuando puedo, cuando me surge como una changa. Es algo que me encantaría hacer con más frecuencia. Por eso, también vemos necesario seguir visibilizándonos: para recuperar esos derechos y disputar”, explicó.

Korla reflexionó sobre las niñas: “Si vos sos mujer y nunca viste a una mujer pintar, ¿cómo se te va a ocurrir que podés salir a la calle a pintar?”. Por esa razón, indicó que una tarea que se proponen es “incentivar a las infancias y transmitir que se puede vivir de esto”.

El arte urbano y el graffiti

En las paredes y muros se han ido popularizando otras técnicas, como el graffiti y las pegatinas. Esas formas están dentro de lo que se conoce como “arte urbano” o “arte callejero”. Nuevamente, el contenido y la apropiación de la calle ganan relevancia política.

Se trata de un tipo de arte más cancelado: “A una 'compa' que estaba trabajando con un diseño, por pintar en las garitas del Centro, le pusieron una multa. No es tan fácil”, indicó Picco.

“Cambia el tema cuando se hacen graffitis, el arte urbano es más estigmatizado”, explicó Korla, que se acercó al muralismo a partir del “street art”.

“Mi acercamiento al muralismo lo sentí como arte urbano, de juntarnos en el zanjón a pegatinear, a pasar el rato, capaz que ni siquiera queríamos decir algo específico. Era para juntarnos, encontrar ese lugar para estar ahí”, explicó sobre su trayectoria personal.

Después empezó a pintar dragones sola y, con el tiempo, incorporó otros mensajes en sus murales: “Me dije: ‘Listo, me voy a dedicar a esto, tengo la oportunidad de decir algo, que lo estén mirando, está quedando en la pared. Bueno, voy a aprovechar y  voy a decir cosas’. Ahí va mutando un poco la cosa. Entonces, no sé cuál es el límite entre arte urbano y muralismo”.

“Estamos creando nuestras oportunidades de poder figurar”

Conseguir una pared pareciera ser algo sencillo, pero muchas veces el Estado pone limitaciones burocráticas para concretarlo: “Es mucha burocracia conseguir una pared –si es que te la quieren dar–, presentar el boceto y que les guste. Todo un trámite relargo y limitante en lo que vos quieras hacer o decir. Por ahí termina siendo más fácil pintar con particulares. No hay una política cultural en general”, dijo Picco.

Que los varones tengan más espacio, más metros de pared y un mejor salario las impulsa a redoblar la apuesta en la organización de mujeres y diversidades muralistas.

“A mí me pasa que no conozco a ninguna diversidad que sea muralista. Es que, obviamente, no se va a presentar a una convocatoria porque sabe que no la van a elegir. No está designado nuestro espacio. Ahora lo estamos creando. Estamos creando nuestras oportunidades de poder figurar”, amplió Korla.

Con ese ímpetu, organizaron el primer encuentro de mujeres y diversidades, lo que les permitió confirmar que en Mendoza son "un montón" de muralistas mujeres y disidencias. El primer día, en las primeras horas, llenaron todos los cupos de los talleres.

Derechos laborales

“Creo que nuestra primera lucha ganada fue poder llegar a una de las municipalidades y ganar igualdad de cupos. Eso fue algo que conseguimos a través de MuraMe, de juntarnos”, introdujo Korla sobre la situación laboral de las muralistas.

“Yo creo –continuó– que las metas son esas: lograr igualdad de cupos, lograr lugar para las diversidades –porque no existe–, ser remuneradas como corresponde, y ni hablar de tener sindicato u obra social. ¡Imaginate! Eso es pensar mucho más, pero ya podemos ir planteándolo”.

Picco sostuvo que el tarifario es otro tema que debaten recurrentemente y que implica un desafío. “Vamos tratando de ponerle un piso a nuestro trabajo. Obviamente, falta un montón porque es una sugerencia. Nadie te va a decir: “No cobres más o menos que esto”, pero van siendo pequeños avances, sobre todo, para ir lográndolo –por lo menos– en ámbitos estatales”.

Galería "Primer encuentro de mujeres y diversidades muralistas"

Fotos: Unidiversidad

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