El arte de la taxidermia, a punto de desaparecer en Mendoza

En nuestra provincia, registrados oficialmente, existen tan solo cuatro profesionales. El cambio de paradigma a la hora de repensar la conservación de las especies y las malas intenciones de cazadores furtivos hacen que esta disciplina se esté perdiendo.

El arte de la taxidermia, a punto de desaparecer en Mendoza

Foto: Unidiversidad

Sociedad

Unidiversidad

Emilio Murgo

Publicado el 01 DE DICIEMBRE DE 2021

La taxidermia es una de las profesiones más antiguas del mundo. Hace más cien años la taxidermia desempeñaba un importante papel en el ámbito de la conservación de las especies, aunque en actualidad esta especialidad se está perdiendo. Hablamos con uno de los "sobrevivientes" de esta disciplina en Mendoza. 

En nuestra provincia, registrados oficialmente existen, tan solo cuatro profesionales, de los cuales uno trabaja para el Museo Cornelio Moyano, dos se desempeñan en el Instituto Argentino de Investigaciones de Zonas Áridas (Iadiza), perteneciente al Conicet, y el último trabaja en el ámbito privado.

Benjamín Bender prefiere definirse como un preservador más que un taxidermista o un curador de especies, trabaja para el Iadiza y dialogó con Unidiversidad sobre su profesión y la posibilidad de que desaparezca a mediano y corto plazo.

Técnica y oficialmente quedamos cuatro. El taxidermista Edgardo Aranguez, quien trabaja en el museo Cornelio Moyano. También tengo entendido que hay otra persona trabajando en Luján, en la parte privada. En el caso del ámbito público y estatal solo quedamos Ana Scollo y yo, la anterior taxidermista que trabajaba conmigo en el Iadiza, CCT”.

“Esto no quiere decir que no haya más personas que sepan desarrollar parte de esta técnica de preservación, pero no trabajan bajo las condiciones de investigación, sino la de preservación de animales con fines de exposición”, describió Bender.

“Me gusta definir mi trabajo como un preservador, puesto que parte de la tarea que desempeñamos engloba la función de mantener algo por más tiempo y de cumplir con la misión de difundir la mayor cantidad de información posible sobre las especies que habitan nuestro suelo. Propiciamos la investigación, pero también propiciamos la conservación para el estudio a futuro”, consideró.

Taxidermia vs. caza furtiva, el fino límite de lo legal

La taxidermia está muy de la mano con lo que denominamos “caza furtiva”. Para que un material sea taxidermizado se requiere, fundamentalmente, los permisos legales correspondientes. Si el ejemplar está dentro las listas denominadas “rojas” no se trabaja con la pieza.

Hay todo un proceso legal que respetar, ya que si uno quisiera taxidermizar un cóndor se debe obtener los permisos especiales para conseguir un ejemplar. Ahora bien, aquí se genera un conflicto, ¿se justifica la muerte de un cóndor para colocarlo en una vitrina? Para Bender solo esta función no tiene sentido.

“A mi parecer, no tiene sentido taxidermizar una especie con la única finalidad de colocarlo en una repisa o vitrina. Sin embargo, si yo voy a trabajar con ese ejemplar para obtener datos genéticos, voy a trabajar con un proceso de distribución, de estudio del hábitat, y al final de todo eso llega a una exhibición, podría ser justificado”.

“Desde el ámbito nacional se está cambiando el paradigma sobre la necesidad de colectar o no ejemplares. Nosotros mismos en las colecciones biológicas estamos cambiando nuestra metodologías de trabajo y adaptándolas. Por poner un ejemplo, antes se salía con mayor frecuencia a recolectar especies sin tomar en cuenta si se podían procesar o no para el trabajo de investigación. Por ende, hoy ya hemos aprendido mucho más y no es necesario realizar colectas tan frecuentemente”.

Además, para el especialista, hay una falta de regulación de esta práctica a nivel provincial y nacional. Si bien la Dirección de Recursos Naturales de la provincia ha desarrollado un registro de taxidermistas, no alcanza, ya que no existen controles por parte de este ente.

“Por suerte, con el paso de los años, la gente ha cambiado su forma de pensar en cuanto a la taxidermia hogareña, para la exposición de trofeos, por una parte, por cuestiones éticas y moral, y por otra, por este cambio de paradigma que se ha generado en los últimos años”, afirmó Bender.

“Se está perdiendo, afortunadamente, la matanza y exposición de animales como trofeos. Es un proceso que tiene que ver con la ética, pero también con lo legal. Muchas especies, por negligencia del ser humano, han entrado en peligro crítico o en procesos de extinción”, continuó.

El arte de disecar animales

La taxidermia la podríamos definir como un trabajo que frena el proceso de descomposición. Se describe como el oficio de disecar animales para conservarlos con apariencia de vivos y facilitar así su exposición, estudio y conservación . “Taxis” quiere decir preparado o conservado y “dermis” quiere decir piel.

“Uno no entra a este trabajo de investigación con el fin de ser taxidermista. Es una parte de un todo mucho más grande que involucra la investigación, el estudio del hábitat de la especie, análisis genéticos, de tejidos, se hacen estudios de relaciones parentales y de dieta e inclusive estudios isotópicos que definen de dónde pudo haber venido este ejemplar y si fue introducido o no a la provincia”, destacó.

“Básicamente lo que nosotros hacemos en los institutos de ciencia como finalidad, cuando uno decide el sacrificio de un ejemplar, es comprender para qué se va a utilizar la especie a taxidermizar. Debe tener un fin específico y en el 99,9 % de las veces buscamos la preservación de los animales. En algunos casos se puede hacer la recolección con la presencia y toma de muestras de tejido, con las fotografías y demás, y en otros casos se necesita la recolección para estudios de mayor profundidad”, agregó.

¿Dónde se estudia?

Es cierto, los taxidermistas están en extinción. Es un arte que se está perdiendo y esto sucede porque no hay lugares donde se enseñe. En Argentina hay una escuela de taxidermia (la cual es privada) ubicada en la provincia de Córdoba, que tiene una matrícula de 10 estudiantes anuales, pero es una carrera que al corto plazo también va a desaparecer, según Bender.

“A nivel formal y académico no hay nada. Hace muchos años, en nuestra provincia había un taller de taxidermia -de hecho nuestra provincia siempre contó con muy buenos taxidermistas- en el museo Cornelio Moyano, el cual fue uno de los primeros impulsos en el manejo de la ciencia y la investigación de esta profesión a nivel provincial, pero al día de hoy no hay donde estudiar esta profesión”, afirmó Bender.

El especialista destacó que en la provincia no hay institutos ni cátedras habilitadas para aprender a taxidermizar debido a la falta de una norma que regule y proteja de forma debida a los animales.

“Todos los que hemos aprendido taxidermia lo hemos aprendido de ‘casualidad’. Esta transferencia de conocimiento se da por ‘molestar’ a taxidermistas más antiguos para que nos compartan su conocimiento; por incursionar en algún taller o cátedra que antes había en las universidades sobre esta profesión; y sobre todo, hemos aprendido a través de las pasantías que se brindan en el Iadiza”, señaló el taxidermista.

“Nosotros aquí en el Conicet tenemos un staff permanente de estudiantes (exceptuados por la pandemia) que buscan aprender esta técnica. Para ello, tenemos un requerimiento muy importante y es que estos estudiantes provengan de carreras afines como la biología, que tiene una intención y un motivo para aprender esta técnica y no para utilizarla con fines de caza y colección de especies. Es por ello que no está abierto a todo público”, finalizó.

qué es la taxidermia, cuantos taxidermistas hay en mendoza, es legal la taxidermia, sociedad,