Hubo más responsabilidad humana de la que se creía en la extinción de la megafauna

El trabajo de dos investigadores del Conicet asocia la actividad de caza de los primeros grupos de personas con la caída demográfica y posterior desaparición de todas las especies de grandes mamíferos.

Hubo más responsabilidad humana de la que se creía en la extinción de la megafauna

Foto: reinoanimalia.fandom.com

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Unidiversidad / Fuente: Conicet

Publicado el 12 DE ABRIL DE 2021

“Creemos que los seres humanos son los principales responsables de la extinción de la megafauna en Sudamérica”, destacaron Luciano Prates e Iván Pérez, investigadores del Conicet, que estudian la actividad de caza de los primeros grupos de personas con la desaparición de los grandes mamíferos. En este sentido, el trabajo fue publicado en la revista Nature Communications y tomó como base una amplia cantidad de datos de registros fósiles y arqueológicos de todo el subcontinente.

“La investigación asocia la actividad de caza de los primeros grupos de personas con la caída demográfica y posterior desaparición de todas las especies de grandes mamíferos sucedida a finales del Pleistoceno, entre 13 y 11 mil años atrás”.

El estudio viene a contradecir la hipótesis más aceptada hasta el momento para la arqueología sudamericana, según la cual estos animales de gran porte desaparecieron como consecuencia de los cambios ambientales, como el aumento de la temperatura y las alteraciones en la vegetación ocurridos luego de la última glaciación, hace unos 18 mil años, que generaron las condiciones para una extinción masiva.

De esta manera, la nueva investigación pone el foco en las coincidencias temporales y geográficas existentes entre las evidencias de megafauna y las de una punta de lanza muy particular, conocida como “cola de pescado”, similar a otra denominada “Clovis”, que existió solamente en América del Norte y está muy asociada a la caza de mamuts.

“En ambos casos se trata de herramientas grandes y anchas, con una tecnología muy sofisticada. Su período de existencia es muy breve: aparecen con una antigüedad de entre 13 y 11 mil años y posteriormente no se las vuelve a encontrar nunca más”, indicó Luciano Prates.

Al mismo tiempo, los científicos observaron que en, el mismo lapso, la curva demográfica de los seres humanos comenzaba a decrecer, momento que a su vez coincidía con la última etapa de extinción de la megafauna. Estas evidencias fueron producto del cruce de 51 registros temporales de punta de cola de pescado y 269 fósiles de diez especies de la megafauna (entre ellas, el caballo americano y el megaterio o perezoso gigante), todos fechados por la técnica de radiocarbono que determina la edad de materiales que contienen carbono.

“Lo que encontramos primero es que la megafauna crecía a tasa alta hasta que, en un momento, hace 12 900 años, empezó a decrecer bruscamente. Esto coincide exactamente con el momento de aparición de las puntas cola de pescado, entonces suponemos que cuando los seres humanos obtuvieron esa nueva tecnología, comenzaron a cazar a estos mamíferos, y de ahí, el descenso de esas poblaciones”, explicó Iván Pérez.

“Esa situación se extiende durante 2000 años y finaliza con la desaparición simultánea de los animales y las puntas de lanzas, lo que nos demuestra que estaban íntimamente ligados”, agregó Prates. En este escenario, la baja en la curva demográfica humana mencionada más arriba se explica porque la misma depredación de la fauna que provocó su paulatina mengua tuvo un efecto sobre los grupos humanos, cuyas poblaciones también fueron disminuyendo debido a la desaparición de uno de sus principales recursos de subsistencia.

 

Foto: Ivan Pérez, investigador del Conicet

En paralelo, la investigación publicada incluye un análisis geográfico que comprende 156 registros espaciales de puntas cola de pescado y otros 204 correspondientes a ejemplares de la megafauna, junto con 1660 sitios arqueológicos de entre 15 y 7000 años de antigüedad a lo largo de todo el territorio sudamericano. Estos resultados también abonan la idea de los autores: la megafauna se distribuye en los mismos lugares en los que aparecen las armas.

“Significa que la gente que cazaba con esta tecnología se ubicaba en las regiones donde vivían esos animales, que principalmente eran las estepas abiertas de las pampas de Uruguay, sur de Brasil y Argentina, y de la Patagonia”, remarcó Prates.

“Sobre toda esta base de información, producto de la combinación de evidencia paleontológica y arqueológica, nuestro trabajo postula que el ser humano fue el principal responsable de la extinción de la megafauna, pero no por haber arremetido compulsivamente contra todas las especies, como asegura una hipótesis clásica planteada hace más de 40 años por el paleontólogo norteamericano Paul Martin. En este caso, suponemos que las personas solo se dedicaron a cazar a unas pocas especies, pero que de todos modos se generó un desequilibrio en la red ecológica tan profundo que, eventualmente, y sumado a los cambios climáticos, desencadenó un colapso general de toda la comunidad de grandes mamíferos”, concluyó Pérez.

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