Ludopatía en adultos mayores: cuando los vacíos se llenan con juego

La falta de estímulos y el tiempo libre en exceso pueden ser la puerta de entrada para el desarrollo de esta patología.

Ludopatía en adultos mayores: cuando los vacíos se llenan con juego

Foto: Diario La Vanguardia

Sociedad

Unidiversidad

Unidiversidad / Ernesto Gutiérrez

Publicado el 25 DE OCTUBRE DE 2019

La adicción al juego es un problema que se está detectando cada vez más en personas jóvenes debido, entre otros motivos, a la proliferación de páginas online que permiten esta posibilidad. Sin embargo, no es la única población vulnerable y siempre se pone el foco en la población de adultos mayores, ¿por qué?

En las personas mayores hay varios aspectos que pueden favorecer este deseo de jugar desmedido, afectando no solamente su nivel económico, sino también su tiempo, porque llegan a desatender y perder el interés por sí mismas, afectando su autoestima. Por ese motivo, desde Unidiversidad indagamos sobre este flagelo que afecta a nuestros abuelos, cuáles son las causas que lo ocasionan y qué tratamientos otorga el Estado.

El juego es una actividad cultural que, con diferentes matices, aparece a lo largo de la historia de los pueblos. Primitivamente estuvo fuertemente relacionado con rituales festivos y religiosos. En tanto, el juego de azar se conoce desde el año 2000 a de C., precediendo al propio dinero y con un especial protagonismo de la clase alta.

“Es un fenómeno esencialmente constitutivo del modo peculiar del ser humano”, sostuvo a Unidiversidad el antropólogo y profesor, Marcelo Padilla, quien agregó: “Contiene todos los valores de la vida humana, puesto que es una actividad libre que permite a la persona recrear, exaltar o transfigurar estética o poéticamente la realidad, así como la pasión por la vida y la belleza. Pero también puede llevar al hombre a perder su conducta e identidad como persona”.

Siguiendo la línea que deja el antropólogo, nos centraremos en los juegos de azar y sus consecuencias negativas y adictivas en la conducta de las personas, sobre todo en la tercera edad.  

A pesar de que la ludopatía es enfermedad muy antigua, hasta 1975 no se empezó a estudiarla como tal, siendo en 1979 cuando la definen como juego patológico. Su reconocimiento oficial no se produce hasta 1980, cuando la Asociación de Psiquiatría Americana en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, incluye el juego patológico como una de sus categorías dentro de los trastornos del control de impulsos no clasificados.

Además, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ludopatía es un problema que afecta a personas de cualquier rango de edad, aunque puede hacerse más evidente en personas que, por un motivo u otro, no se encuentran inactivas en su día a día. Este es el caso de los hombres y mujeres en la denominada "tercera edad".

Ante esta definición,  el psicólogo y ex director del Plan Provincial de Adicciones, Miguel Conocente, quien también dialogó con Unidiversidad, expresó: “Los cambios que se producen en la vejez, la jubilación, la soledad o la pérdida de la pareja, pueden llevar a buscar vías de escape través del juego, ya que esta población suele engancharse más a este como una opción de ocio, no viéndolo tanto como una forma de obtener dinero, que es uno de los principales motivos por los que se enganchan los jóvenes”.

“Aunque para la mayoría de estas personas el juego no pasa de ser una distracción, para un 2% se convierte en una patología grave. Un trastorno que antes era considerado de especial riesgo para la población joven y adulta, pero que ahora se amplía a la población mayor, que muestra que también se trata de una población vulnerable”.

“Buscan una manera de evadirse para huir de la depresión o inestabilidad emocional que experimentan algunos de ellos debido al aislamiento social o situaciones de crisis o ansiedad. En esta franja etaria, el juego se convierte en un elemento liberador que acaba convirtiéndose en una patología adictiva, en una actividad placentera o una ocupación con mínimas consecuencias adversas. Se transforma, para algunos, en una conducta destructiva que resulta en graves pérdidas a nivel económico, familiar, social, ocupacional y a veces hasta legal”, detalló el psicólogo.

La óptica de la salud pública: Programa Juego Responsable

“Como cualquier otra conducta adictiva, la ludopatía debe ser considerada un problema de salud pública que concentre la preocupación y atención de una variedad de actores sociales: especialistas, empresarios del sector, organizaciones no gubernamentales, organismos del Estado y la población en general”, sostuvo Conocente.

Creado en 2006 por el Estado Provincial,  el “Programa Juego Responsable” de la órbita de Salud Mental, recibe 35 consultas mensuales, mientras que son 25 personas las que asisten regularmente al tratamiento que allí brindan.

Al mismo tiempo, el Instituto Provincial de Juegos y Casinos (IPJC) creó por resolución el Registro Único de Autoexcluidos de Casinos de la Provincia de Mendoza, que permite unificar la información de aquellas personas que voluntariamente firman un acta para dejar de ingresar a una sala, para que se comparta entre todas las de la provincia y se haga más efectiva la restricción.

Como una persona que supo ser adicta al juego, Pedro (68) tomó conciencia de su adicción al juego después de que su mujer le dijera “hasta acá llegamos” y se fue de la casa. Previamente, reconoce, se había "mandado" varias “macanas” y ella había intentado ayudarlo, pero no reconocía que tenía un problema. Hoy, hace 10 años que forma parte del grupo Jugadores Anónimos de Mendoza y lleva casi 5 de abstinencia.

“Me parece muy bien lo que realiza el Gobierno para personas que padecemos esta enfermedad, en tanto y en cuanto se respete. Hoy, como hay una listado único, muchas personas se excluyen de un casino pero cuando ´les pica el bichito de la adicción´ van a otro”, señaló. Asimismo remarcó la necesidad de que el Gobierno se ponga firme al respecto. “Si la persona quiere autoexcluirse o lo pide la familia, el Gobierno tiene que sacarlo de la oreja”, dijo.

En su caso, no fue necesario anotarse en este tipo de registro, ya que una vez que reconoció su problema no pisó nunca más una sala de juegos. Lo que a él lo “salvó” fue su ingreso al grupo Jugadores Anónimos de Mendoza, conformado por personas que sufren la ludopatía y que se apoyan entre sí.

“Llegué muy mal, estaba separado y muy avergonzado porque había hecho cosas muy feas. Pero me recibieron y me hicieron entender que estaba enfermo y eso hizo que me fuera ubicando en mi lugar”, recordó Pedro. Tanto fue así que a los 4 años de estar en el grupo recuperó a su esposa y a sus hijos. “Hoy tengo a los nietos jugando en mi jardín”, contó satisfecho.

La adicción no distingue género ni edad

En este contexto, el programa armó el perfil de quienes consultan por ludopatía. Se trata de personas mayores, que tienen instrucción (media o superior), un nivel de información adecuado y en su mayoría están empleados.

Todos estos datos son de personas que sufren una conducta adictiva al juego, es decir, que han problematizado su situación, y empiezan a tener complicaciones familiares, legales, económicas y/o laborales, convirtiéndose en una enfermedad social.

Como detalló Marta Hintuchi, directora del Programa de Adicciones, una diferenciación de las consultas está vinculada al sexo de quien se pone en contacto con el plan. “En 2017, unas 770 personas consultaron sobre el programa. En 2019, este número se elevó a 870, del cual 170 están hoy en tratamiento revelando que 44% son mujeres y 56%, varones”.

El grupo etario también tiene sus variables, al punto que 56% de los que llaman al sistema y piden asistencia, son personas de 41 a 51 años, y 44% acreditan 55 abriles o más. Es decir, se trata de un público básicamente adulto. Es decir, que las mujeres que demandan atención acusan 50 años o superan esa edad, mientras que los hombres alcanzaron el medio siglo de existencia o son más grandes.

Tratamiento y seguimiento

El tratamiento está en la órbita del Ministerio de Salud, dentro del Plan Provincial de Adicciones, cuyo titular es la Licenciada Marta Hintuchi. En tanto el plan, tratamiento y seguimiento de los casos, es coordinado por Gabriela Álvarez.

En la actualidad se encuentran en asistencia de 25 a 30 personas, que corresponden al área del Gran Mendoza, con atención específica en el centro especializado Armando Tejada Gómez, que funciona en Pedro Vargas 598, de ciudad.

Para más información o realizar consultas comunicarse al teléfono 4-247536

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