Asambleas y arte

La construcción política feminista local.

Asambleas y arte

Una de las intervenciones performáticas que se realizaron el #8M. Foto: Agostina Sol

Sociedad

Especial 8M en Mendoza

Unidiversidad

Natalia Encinas, integrante del Grupo de Trabajo Estudios de Género y Teoría Crítica del INCIHUSA, CCT CONICET Mendoza

Publicado el 16 DE ABRIL DE 2018

Por Natalia Encinas, integrante del Grupo de Trabajo Estudios de Género y Teoría Crítica del INCIHUSA, CCT CONICET Mendoza.

 

El 8 de marzo último, en el marco del Segundo Paro Internacional de Mujeres (PIM), la tierra “volvió a temblar”. La imagen del mundo sacudido, utilizada por las feministas para describir lo que sucedió ese día, alude a cierto desacomodo del orden establecido que se relaciona con la visibilización de distintos aspectos que permanecen, por lo general, solapados.

Por un lado, del trabajo doméstico no pagado que realizan mayormente las mujeres (según datos aportados por la economía con perspectiva feminista, el 76 % de estos trabajos son llevados a cabo por mujeres), constituyendo uno de los pilares de la desigualdad de género. En relación a esto, Silvia Federici, en su libro de 2010, Calibán y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulación originaria explica que el confinamiento de las mujeres al “trabajo reproductivo” -que incluye las actividades domésticas y de cuidado- en el sistema de producción capitalista se vincula con la naturalización de la división sexual del trabajo y con el ocultamiento del trabajo doméstico de las mujeres al no ser considerado (ni pagado) como trabajo y, en cambio, ser mistificado como un recurso natural o un servicio personal. A su vez, la especialista advierte sobre el rol de la división sexual del trabajo y la importancia del cuerpo de las mujeres para la reproducción y la acumulación de trabajo en la sociedad capitalista.

Por otro lado, el PIM se relaciona con la visibilización de una serie de desigualdades de género que persisten en el ámbito del trabajo productivo. Mercedes D’Alessandro y Aldana Vales sintetizan algunos datos que dan cuenta de la desigualdad económica de género en el país. En el informe “Economía feminista. Una visión transversal para cerrar la brecha de género”, de 2017, señalan que las mujeres ganan, en promedio, un 27 % menos que los varones, son las más afectadas por la desocupación, en el trabajo remunerado más de un tercio de ellas tiene trabajos no registrados y son siete de cada diez de las personas más pobres del país.

Pero, además, el #8M recuperó otras demandas del movimiento feminista, como la lucha contra las violencias hacia las mujeres, y consignas atentas a las coyunturas locales.

Las estrategias adoptadas para hacer visibles estas desigualdades y generar dicho “movimiento” estuvieron dadas, en este caso, por la modalidad de huelga y marchas que fueron adoptadas por miles de mujeres en más de 49 países. No obstante, el cimbronazo fue gestándose desde varias semanas antes, mediante la organización previa, lo cual constituyó un hecho político significativo en sí mismo. Tal como se replicó en cientos de ciudades, en nuestra provincia la preparación del PIM se llevó a cabo mediante la modalidad asamblearia. Convocada por la mesa #NiUnaMenos Mendoza, aquí se conformó la “Asamblea de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans”.

La coordinación de acciones entre mujeres tiene, en Mendoza, una larga historia, marcada por la articulación para las distintas fechas del calendario feminista. En esa historia se inscribe la conformación del movimiento #NiUnaMenos local. Este espacio se gestó en los últimos meses de 2016 y reúne a más de 70 colectivas de mujeres y feministas, de partidos políticos, organizaciones sindicales, estudiantiles y feministas autónomas. Desde allí se coordinan acciones ante situaciones de violencia o cuando se ven vulnerados los derechos de las mujeres.

En vistas al #8M, y partir de esta convocatoria, a lo largo de más de un mes se realizaron asambleas multitudinarias, heterogéneas y horizontales a través de las cuales se fueron tejiendo acuerdos básicos. Este modo de interacción entre mujeres y militantes feministas puede pensarse en relación con algunas de las formas de construcción que se proponen en los Encuentros Nacionales de Mujeres, uno de los espacios de socialización que convoca a mujeres de todo el país y en los que, como señala Laura Masson (2007), las formas de organización intentan poner en práctica principios orientados por valores como la horizontalidad.

Como sostiene la autora, el hecho de considerar que las formas organizativas tienen en sí mismas un contenido político, se vincula con que las feministas busquen -no sin conflicto y dificultades- sostener interacciones no jerárquicas. Esta modalidad de construcción puede vincularse, asimismo, con las prácticas de feministas de otras latitudes y tradiciones, tal el caso de las feministas comunitarias de Bolivia de “Mujeres Creando” quienes, como explica Julieta Paredes (2013), incluyen la complementariedad horizontal como parte de su propuesta de acción política.

La modalidad organizativa asamblearia que se generó en el contexto local, y que contiene a una diversidad de organizaciones de mujeres y feministas (incluso de distinto signo político-partidario), configura una forma específica de interacción y construcción que tal vez pueda ser pensada en términos de su potencialidad política.

 

Expresiones y estrategias de lucha feminista en el #8M

Tras este proceso de organización colectiva, el 8 de marzo, más de 15 000 mujeres, lesbianas, trans y travestis participaron de la movilización por las calles céntricas de Mendoza. Allí tuvieron lugar diferentes expresiones que desbordaron incluso la organización previa; entre ellas, muchas que activaron políticamente con diferentes lenguajes y recursos estéticos y que pueden ser pensadas, siguiendo a autoras como Julia Antivilo Peña (2013), en tanto articulaciones de arte, política y activismo feminista. Cabe mencionar, por ejemplo, las intervenciones performáticas que realizaron, como en otras marchas, un grupo de feministas autónomas. Con este tipo de acciones, con el recurso de sus propios cuerpos y voces ocupando el espacio público, el grupo irrumpió alterando el orden de lo sensible y denunciando la violencia patriarcal, capitalista y colonialista.

En el mismo sentido pueden pensarse la producción de materiales visuales con distintas técnicas gráficas (stencil, afiches) y consignas feministas, la circulación de un fanzine en torno a los vínculos arte-feminismo, así como la entrega de un desplegable impreso con una extensa lista de nombres de mujeres artistas, “por la visibilización de las trabajadoras de la cultura”, elaborado por una colectiva de artistas. Además, caben aquí los registros fotográficos y audiovisuales de la jornada como, por ejemplo, los producidos por Audiovisualas Mendocinas, y, también, intervenciones musicales con temáticas feministas, tal el caso de la murga La Dama Juana al cierre de la jornada, entre otras.

El Paro Internacional de Mujeres constituyó así una interrupción del ritmo cotidiano del mundo que se vio alterado por la visibilización, a través de la herramienta del paro, de una serie de desigualdades y violencias que atraviesan a las mujeres, lesbianas, travestis y trans. El carácter internacionalista de la acción, la adopción de diferentes estrategias de lucha -muchas de ellas de activismo artístico-, así como la revitalización de la modalidad asamblearia como modo de organización política no jerárquica constituyen algunas de las características que tramaron en la construcción política feminista local en el marco del #8M pasado.

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